Vivimos en un mundo hiperconectado en el que las redes sociales han cambiado drĂĄsticamente la forma en que consumimos informaciĂłn y donde nuestras opiniones se forman con base en impresiones inmediatas.
Pese a todas las ventajas que supone un acceso universal a la informaciĂłn, los usuarios se han encontrado con movimientos de desinformaciĂłn que han cobrado una gran relevancia mediĂĄtica en los Ășltimos tiempos: las noticias falsas/fake news.
Las fake news responden a la misma mecĂĄnica que los rumores: describen un hecho o acontecimiento que tiene posibilidades de ser real. Por tanto, tienen vida y se propagan mientras no sean desmentidas. Desde medios de noticias hasta sitios web y redes sociales, hay numerosas fuentes que las difunden, pero un estudio ha descubierto una nueva fuente: TĂ.
Investigadores de la Universidad Estatal de Ohio realizaron dos estudios para investigar cĂłmo las personas perciben y difunden noticias falsas. Descubrieron que las personas recuerdan errĂłneamente las estadĂsticas numĂ©ricas sobre un tema controvertido de una manera que se ajuste a sus propias creencias comunes. Por ejemplo, se mostrĂł a las personas que el nĂșmero de inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos disminuyĂł recientemente (lo cual es cierto). Pero como va en contra de las creencias de muchas personas, tendieron a recordar lo contrario.
El equipo tambiĂ©n descubriĂł que a medida que la gente transmite esta informaciĂłn errĂłnea, los nĂșmeros pueden volverse mĂĄs y mĂĄs alejados de la verdad. Jason Coronel, autor principal del estudio, dice: “Las personas pueden autogeneran su propia informaciĂłn errĂłnea. No todo proviene de fuentes externas. Puede que no lo estĂ©n haciendo a propĂłsito, pero sus propios prejuicios pueden llevarlos por un camino equivocado“.
El problema se agrava cuando se comparte esa informaciĂłn errĂłnea autogenerada con los demĂĄs. A medida que la gente transmite esta informaciĂłn errĂłnea, los nĂșmeros pueden volverse mĂĄs y mĂĄs alejados de la verdad.
Esto se reitera en los resultados de un estudio que realizĂł la firma AB Estudio de ComunicaciĂłn, entre mĂĄs de 300 profesionales de la comunicaciĂłn, en donde WhatsApp aparece como el principal canal para la diseminaciĂłn de noticias falsas.
Facebook recibe la mayor parte de la atenciĂłn en las discusiones sobre fake news, pero su subsidiaria WhatsApp puede ser un mejor canal de informaciĂłn errĂłnea por derecho propio. Los mismos factores que hacen que el envĂo de mensajes e imĂĄgenes sea tan fĂĄcil en WhatsApp, tambiĂ©n hace que sea increĂblemente fĂĄcil para las personas transmitir rumores llamativos o cargados de emociones con el agravante descargo de responsabilidad “enviado como recibido“.
WhatsApp es Ășnico porque los mensajes estĂĄn encriptados, por lo que WhatsApp ha restringido la visibilidad del contenido que se comparte en su red. En cierto modo, este cifrado tambiĂ©n refuerza la creencia de los usuarios en lo que ven en la aplicaciĂłn: no hay anuncios, ni publicaciones patrocinadas, ni mensajes institucionales abiertos. Todo se recibe de individuos, en mensajes personales o en chats grupales en los que los usuarios participan voluntariamente. Es natural extender la credibilidad en lĂnea a aquellos en quienes confiamos fuera de lĂnea, pero esta confianza es precisamente de lo que los actores malĂ©volos buscan aprovecharse.
WhatsApp tambiĂ©n permite a quienes originan tales mensajes esconderse detrĂĄs de capas de anonimato. Los destinatarios de los mensajes reenviados no tienen idea de dĂłnde provienen, y los creadores de mensajes son esencialmente anĂłnimos despuĂ©s de la primera ronda de reenvĂo, si no es que antes. Es muy difĂcil que los mensajes puedan rastrearse hasta ellos.
Otra caracterĂstica clave que hace de WhatsApp un caldo de cultivo para las noticias falsas es que las noticias viajan en privado, lejos del escrutinio pĂșblico. Nadie del exterior sabe lo que se ha compartido o quiĂ©n ha recibido quĂ©. AdemĂĄs, no hay debate pĂșblico como en Twitter o Facebook.
A todo ello habrå que agregar a la naturaleza humana. Las noticias falsas mås efectivas aprovechan las emociones humanas: ira, miedo y ansiedad. Las noticias falsas no son mås que rumores armados y chismes manufacturados. El medio y el método son nuevos en la era moderna, pero el impulso de difundir el mensaje es un defecto profundamente humano.
WhatsApp estĂĄ muy consciente del problema, por ello estĂĄ tomando diferentes medidas para identificar fake news. Ha creado una versiĂłn que cuenta con una funciĂłn de “BĂșsqueda por imagen” a travĂ©s de la cual podremos subir la imagen a Google para que el buscador nos muestre imĂĄgenes iguales o muy similares que nos ayuden a contrastar esos datos y decidir si lo que hemos recibido es o no veraz.
Asimismo, el haber limitado el reenvĂo de cualquier mensaje individual hasta cinco veces ha reducido el nĂșmero total de mensajes reenviados en un 25 por ciento. Nueve de cada 10 mensajes en WhatsApp se envĂan entre dos personas y el grupo promedio tiene menos de 10 personas.
Sin embargo, WhatsApp es solo una plataforma de comunicaciĂłn y depende mĂĄs de nosotros no convertirnos en un creador o amplificador de noticias falsas. Tenemos la responsabilidad de poner un mayor cuidado en determinar aquello que creamos, copiamos o reenviamos. Si los usuarios somos capaces de identificar oportunamente noticias falsas seremos capaces entonces de contribuir sustancialmente a abatir este creciente y muchas veces incontrolable fenĂłmeno.
Es importante entender que las noticias falsas tienen efectos verdaderos. Impactan en la reputaciĂłn de las personas, las empresas e instituciones, en el funcionamiento de los mercados y en la respuesta a la emergencia ante catĂĄstrofes naturales y actos terroristas. Sus efectos pueden ser devastadores, asĂ que TĂ, tienes en tus manos la posibilidad de no ser parte de ellas.