La carta en la que el Reino Unido solicita de forma oficial retirarse de la Unión Europea (UE), firmada por la primera ministra británica, Theresa May, ha sido entregada a las 13:31 en Bruselas al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. En la misma, se acude al artículo 50 del Tratado de Lisboa, para dar inicio a las ‘largas’ negociaciones de la que será este ‘divorcio’.

Después de que la misiva fuese firmada la noche de este martes, por la jefa del Gobierno británico en su residencia del 10 de Downing Street, ha sido entregada a Tusk por el embajador del Reino Unido en la UE, Tim Barrow, tras lo cual May ha declarado que representará “a cada persona del Reino Unido”, entre los que incluye a los ciudadanos de la UE presentes, mientras duren la negociaciones, que se estiman en dos años.

“Es mi firme decisión obtener el acuerdo adecuado para cada persona en este país. Mientras afrontamos las oportunidades que tenemos por delante en este camino trascendental, nuestros valores compartidos, intereses y ambiciones pueden, y deben, unirnos”, ha destacado May.

Con esta acción se inicia el difícil proceso de desconexión entre el Reino Unido y la UE que debería hacerse efectiva el próximo 29 de marzo de 2019.

Por su parte, después de recibir la carta, Tusk ha enviado a los representantes de los 27 Estados miembros, un documento preliminar con las directrices de negociación que regirán este proceso de negociación con el Reino Unido y que entrarán en vigencia el próximo 29 de abril, cuando se celebre la cumbre especial de la UE en Bruselas.

El embajador británico ante la UE, Tim Barrow, entrega la carta de activación del Brexit al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk

Esta decisión, que ha sido producto de los resultados del referéndum llevado a cabo en pasado 23 de junio, trae consigo grandes incertidumbres políticas y económicas, que se irán develando en las próximas semanas, mientras empresas y marcas, esperan a comprobar si les afectará como se vaticinan los expertos.

Sus efectos ya se han hecho sentir con la depreciación de la libra, aunque por ahora no se han visto en su apogeo, las consecuencias económicas, toda vez que se debe esperar a que se establezcan los nuevos parámetros de intercambio comercial, que determinarán el futuro de las relaciones económicas entre Reino Unido y la UE.