Microsoft está completamente decidido a presionar a los usuarios para que migren a la versión más reciente de su sistema operativo, por lo que no se han conformado con ofrecer la actualización gratuita a Windows 10, además han implementado una serie de acciones periféricas para conseguir que los usuarios que siguen utilizando versiones previas acepten actualizar.
La nueva medida que la empresa está utilizando, es impedir que las versiones previas a Windows 10, en específico Windows 7, 8 y 8.1 puedan instalarse en equipos que cuentan con procesadores de última generación. Es decir, Microsoft no actualizará sus sistemas operativos para funcionar con nuevos procesadores.
Intel Skylake será la primera generación de procesadores que ya no será compatible con las versiones anteriores a Windows 10.
El éxito de sus productos se ha convertido en el gran obstáculo de Microsoft para que la empresa creada por Bill Gates y Paul Allen posicionen nuevos productos en el mercado.
Windows XP y Windows 7 han sido los sistemas operativos más populares en los últimos años, y en su momento se convirtieron también en un problema para la aceptación de sus respectivos relevos, como Windows Vista y Windows 8.