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Arturo Mora

¿Ya es momento de cambiar a la vieja?

No se me vayan a enojar por este “chiste barato”. Es la pregunta que se hace mucha gente cuando llega el Buen Fin y piensan en cambiar su TV “viejita” por otra más moderna.

No se me vayan a enojar por este “chiste barato”. Es la pregunta que se hace mucha gente cuando llega el Buen Fin y piensan en cambiar su TV “viejita” por otra más moderna.

Este evento que desde el 2011 fue creado, según su página web, para “ayudar a la economía familiar, al generar oportunidades para que los consumidores se beneficien por medio de ofertas, a incentivar la actividad del mercado mexicano y a fortalecer el comercio formal”.

Visto tal cual nos lo exponen, es un programa con muy buenas intenciones. El comportamiento de las marcas y el de los consumidores ya es otro tema digno a comentar.

De acuerdo a datos de El Economista, a partir de un estudio de Gabinete de Comunicación Estratégica, 47 de cada 100 familias afirman que el Buen Fin beneficia a los mexicanos, aunque solo el 27.5% planea adquirir artículos, en tanto que 10% no sabe si saldrá a buscar ofertas.

Otros datos:

  • 8% sabe de esta iniciativa y un 30.9% la desconocía.
  • 1% no adquirirá ningún bien por falta de dinero.
  • 1% refiere que no necesita nada.
  • 3% no cree en la existencia de ofertas significativas.
  • 7% considera al Buen Fin como un engaño.
  • 3% opina que solo provoca deudas.

Ahora, si nos referimos a los que si compran en este evento:

  • Artículos que piensan comprar: televisiones, computadoras, teléfonos, tabletas, minicomponentes.
  • Un 46% comprará electrodomésticos.
  • 4% ropa.
  • 2% muebles.
  • 5% línea blanca.
  • 5% “lo necesario” (¿y eso que será?)
  • 3% juguetes.
  • 1% alimentos.
  • 8% viajes.

Entonces, nos enfrentamos con algo interesante en estas compras. La gente compra en su mayoría productos que tienen una obsolescencia programada corta, así que cuando acabe de pagar su aparato electrónico (18, 24 o las mensualidades que lo atraigan para adquirirlo) éste o ya no sirve o ya pasó de moda.

Así es, esta obsolescencia programada que provoca que miles de aparatos acaben en la basura antes de tiempo, porque es muy caro mandarlos componer, porque no hay repuestos, porque la vida del producto es más corta que su mismo desgaste o, simplemente, porque ya no está de moda.

Esta obsolescencia programada también fue creada, desde la crisis económica en EEUU de 1929, para generar un mayor consumo, beneficios a las empresas y una mayor cantidad de empleos. O sea, también tenía buenas intenciones.

De acuerdo al documental “Comprar, tirar, comprar”, (les recomiendo que lo vean: http://www.rtve.es/alacarta/videos/el-documental/documental-comprar-tirar-comprar/1382261/ ) ¿Sabían que los focos fueron diseñados para durar 1000 horas cuando podrían durar 100 años? ¿O que un chip limita el tiempo de vida de las impresoras? ¿O que las medias de nylon, prácticamente irrompibles, se dejaron de fabricar porque las mujeres no necesitaban comprar más?

Ahora no se trata solamente de generar un mayor consumo en pro de las empresas y la gente, sino que ya se trata de un tema de conciencia. Uno de los problemas es que se generan toneladas de residuos que se podrían evitar.

Es tal la importancia que se le está dando que, ya en Francia, su Asamblea acaba de aprobar multas de hasta 3 mil euros y penas de cárcel de hasta dos años para los fabricantes que programen la muerte de sus productos.

El comportamiento del consumidor frente a esta obsolescencia programada es digno de estudio. Por ejemplo, ver esas largas filas de compradores del IPhone cada año es un fenómeno que muestra el resultado de lo que se hace desde las empresas interesadas en aplicar esta obsolescencia. Desde el 2007, cuando sale al mercado el IPhone 2G, hasta la salida del IPhone 6 en 2014, su compra impulsiva se repite año con año, aunque el modelo anterior siga funcionando. O sea, vayan planeando que su teléfono que hoy les costó más de $12,000.00 el año que viene será obsoleto frente al nuevo IPhone 7 ( o como le vayan a llamar).

Tendríamos que analizar lo que va a hacer la gente ahora en el Buen Fin este 2014. Se hará una combinación interesante entre lo que ofrecen las marcas y lo que quiere, o puede, el consumidor.

Un pulso interesante en la situación en la que se encuentra el país, tanto a nivel político, social y económico. A ver si, como cada año, veremos a gente saliendo con su pantalla de “quién sabe cuántas pulgadas” sobresaliendo de su carrito de super y con “quién sabe cuántas mensualidades” a cuestas. Tal vez la TV que tenían en casa si se veía bien, pero la cambian, sobre todo por el dictado de la moda y una nueva tecnología, haciendo obsoleta su TV “vieja” que compraron hace un año. ¿Y tu la vas a cambiar?

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