Buenos Aires, Argentina.- En el marco del VI Congreso de la Lengua Española y en coincidencia con la presentación de la edición digital del Diccionario de Americanismos, le pidieron a 20 escritores de cada país de habla hispana que eligieran la palabra que más representa al suyo. El argentino Juan Gelman escogió “boludo”; y el mexicano José Emilio Pacheco, “pinche”. ¿Estás de acuerdo?
Respondiendo a la consigna lanzada por el periódico El País de España, encumbrados escritores de 20 países de habla hispana escogieron la palabra que, a su entender, mejor representa al suyo.
La convocatoria se realizó en coincidencia con la presentación de la edición digital del Diccionario de Americanismos, publicado por la RAE y la asociación de las 22 academias de la Lengua, que reúne más de 70 mil entradas y 120 mil acepciones, sinónimos y variantes que pueden consultarse en la web. El evento finaliza hoy, 23 de octubre, en Ciudad de Panamá. Bajo el lema, “El español en el libro: del Atlántico al mar del Sur”.
Argentina: “BOLUDO”
Juan Gelman. “Es un término muy popular y dueño de una gran ambivalencia hoy. Entraña la referencia a una persona tonta, estúpida o idiota; pero no siempre implica esa connotación de insulto o despectiva. En los últimos años me ha sorprendido la acepción o su empleo entre amigos, casi como un comodín de complicidad. Ha venido perdiendo el sentido insultante. Ha mutado a un lado más desenfadado, pero sin perder su origen”.
México: “PINCHE”
José Emilio Pacheco explica por qué lo eligió. En México, ‘pinche’ canceló su acepción normal para adquirir, no se sabe cuándo, las características de un epíteto derogatorio que sorprende por su omnipresencia y durabilidad. ‘Pinche’ puede ser un empleado, el hábito de fumar, la suerte, un policía, una camisa, un perro, una casa, una persona, el mundo entero, una comida, un regalo, un sueldo o bien lo que a usted se le ocurra.
Se trata, pues, de un epíteto que degrada todo lo que toca. Normaliza y vuelve aceptable una furia sin límites contra algo que nos ofende y humilla pero no podemos cambiar. Admite grados y amplificaciones: ‘Esa novela me pareció un poco pinche’. ‘El racismo es una actitud pinchísima’. A veces puede ser un sustantivo inapelable: ‘No te lleves con él: es un tipo de lo más pinche’. Puede adquirir el rango de injuria máxima: ‘No me vuelvas a hablar, hijo de tu pinche madre’.
No sé cuándo empezó a emplearse y nunca he leído nada sobre su origen. Ya que “pinche” en español común es “el ayudante de cocina”, sin ninguna pretensión ni autoridad, se me ocurre que el término se originó en tiempos de la hacienda y el latifundio. Nació entre los peones obligados a trabajar la tierra para beneficio de los amos y que veían con explicable resentimiento a quienes laboraban en ocupaciones serviles dentro de la casa grande.
Venezuela: “BOCHINCHE”
Rafael Cadenas. “No es propiamente un venezolanismo, pero es ‘voz de origen americano’. Inicialmente, sólo tuvo el sentido de fiesta escandalosa, luego significó desorden, alboroto, tumulto, después pasó al ámbito político. Francisco de Miranda la hizo célebre cuando al ser derrotado, al comienzo de la guerra de independencia, exclamó sobre su tropa: ‘Bochinche, bochinche, esta gente no es capaz sino de bochinche’. Y bochinchero se aplica a alguien irresponsable, falto de seriedad”.
Otros países:
- Bolivia, Edmundo Soldán eligió la palabra “jailón”.
- Chile, Antonio Skármeta, “patiperro”.
- Colombia, Laura Restrepo se decidió por “vaina”.
- Paraguay, José Reyes optó por “curuvica”.
- Uruguay, Claudia Amengual dijo “celeste”.
- Ecuador, Gabriela Alemán seleccionó la palabra “yapa”.
- Honduras, María Eugenia Ramos, se decidió por “pija”.
- España, Alvaro Pombo eligió “contradiós”.
- Cuba, Wendy Guerra, “asere”.
- Estados Unidos (sí, está incluido), Sergio de la Pava, “parqueadero”
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