Por Alan Campos
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Año con año los aficionados al futbol alrededor de todo el mundo esperan con ansias el momento en que las diferentes marcas deportivas (Nike, Adidas, Puma, Under Armour, etc) den a conocer la nueva indumentaria que su equipo vestirá por el resto de la temporada, demorando tan sólo unas cuantas fracciones de segundo para determinar si es de su agrado o no. Y si bien un diseño puede gustarnos o no, la originalidad que los aficionados demandan parece haber quedado olvidada de una manera cada vez más evidente.
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Anteriormente uno podía acudir a la tienda deportiva de su preferencia y ver decenas de playeras completamente diferentes (aún cuando éstas compartieran el mismo sponsor técnico); situación que ha cambiado de manera radical a últimas fechas, pues ahora todas las playeras parecen una réplica de la inmediata anterior, siendo el color, el escudo y los patrocinadores los únicos verdaderos diferenciadores entre un jersey y otro.
Evidentemente en este caso no me refiero a los templates, pues estoy consciente de que es sumamente improbable (más no imposible) que llegaran a existir tantos templates como equipo hay en el mundo; sin embargo, al ver colecciones como la de Nike Color Flash Collection me queda claro que poco a poco el negocio se ha impuesto a la originalidad ¿o acaso el utilizar colores brillantes impedía a NIke utilizar templates diferentes para los uniformes de América, Barcelona, Inter de Milán, PSG, etc?
Llámeme loco, pero considero que la playera de un equipo debe de ser un elemento único, en el cual se plasme su identidad e historia; razones por las que lo último que un aficionado espera es que su jersey se distinga de aquel del rival por un color.
Pero este ‘ahorro’ de creatividad (porque no creo que se trate de una carencia de) no es cuestión exclusiva de Nike, sino que se extiende a prácticamente todas las marcas deportivas, es decir, sólo hace falta ver los últimos 3 balones presentados por Adidas para la disputa de las eliminatorias para la Eurocopa 2016, la Copa Africana de Naciones y el Mundial de Clubes, los cuales (dejando del lado el hecho de que utilizan el cuerpo de Brazuca) son idénticos entre sí, salvo por el nombre y algunos detalles mínimos.
No cabe duda que poco a poco la creatividad y originalidad que tanto se le exige a los jugadores dentro de la cancha, ha terminado por sucumbir fuera de ella gracias a una mayor preponderancia de la parte comercial, la cual tiene dentro de sus urgencias recuperar los cientos de millones de dólares que se gastan año con año para conseguir tan importantes contratos de patrocinio.