Diferenciarse de los candidatos contrincantes siempre ha sido una constante en el que, durante las jornadas de campaña, los equipos de cada partido echan todas las opciones al asador y en este año no fue la excepción. Algunos candidatos recurrieron a la elaboración de videos que van desde la adaptación de una canción famosa invitando a votar por su candidato, hasta el que puso a bailar a los integrantes de toda la colonia para llamar la atención.
¿Qué buscaban con ello? En las pasadas elecciones la novedad era usar las redes sociales esperando tener resultados positivos como en su momento los tuvo el Presidente Obama. El problema es que sí hubo quienes usaron ese canal para dar a conocer sus propuestas, pero la gran mayoría fue para hablar mal de su contraparte, lo cual termino por hartar a los usuarios de redes y en los medios en general.
La “novedad” fue el uso de videos cuyo protagonista principal es el candidato, ya sea con una historia –como el caso de Hillary Clinton– en donde utilizó un video que lleva detrás todo un trabajo de investigación en cuanto a las principales demandas de los estadounidenses y la forma en que ella las puede resolver. Detona un trabajo limpio, con producción a detalle y acorde a necesidades específicas.
Otra modalidad es la de singles originales o simples adaptaciones como la que usó el candidato Rubén Garrido a localidad alavesa de Oyón, en España, por el Partido Popular, quien invitaba al electorado a votar pero con muy mala producción.
Y como en México ya es una tradición copiar las estrategias de otros países, en estas elecciones lo volvimos a ver, por lo que algunos candidatos de diferentes localidades como Nuevo León, Veracruz, Michoacán, Colima, Guanajuato e Hidalgo apostaron a la modalidad de los videos a la mexicana para masificar sus candidaturas, las cuales invadieron los canales de YouTube, dando mucho de qué hablar.
Para empezar, ¿dónde queda esa creatividad que caracteriza al mexicano? En estas elecciones sólo lo vimos en los memes, los cuales fueron generados –en su gran mayoría– por el público votante que ya está harto de escuchar o ver “propuestas” que no aportan nada.
Pero ¿qué paso con la creatividad en el uso de videos? Según datos de Forrester Research, a diferencia de los spots que se transmitieron por medios tradicionales, los videos que se usaron en Internet tuvieron 41 por ciento de probabilidades de ser más vistos. Ventaja competitiva que los equipos de campaña no supieron aprovechar muy bien, ya que les falto investigación de mercado, adaptación a temas actuales y totalmente ligadas con la realidad mexicana.
Su estrategia fue más bien intentar entrar en el subconsciente del electorado – como lo afirmó el periodista e investigador español Rafael Palacios al hacer una visita a México–, ya que recurrían a la repetición del nombre de su candidato, pero dejaron fuera los temas de una buena producción y, sobretodo, la difusión de planes concretos.
La muestra más clara es la del candidato priista al distrito cuatro del estado de Hidalgo, Jorge Márquez Alvarado, quien con ayuda de su equipo de campaña adaptó la canción ‘Call me maybe’, de la cantante canadiense Carly Rae Jepsen, con resultados catastróficos, ya que según una nota publicada por la revista Proceso, fue titulado como ‘El peor spot de campaña del mundo’, porque el contenido adaptado no concuerda con la melodía y aunque la improvisada cantante intenta seguir el ritmo de la melodía, se desfasa. Nos presentaron un video que atenta contra la inteligencia del electorado, al creer que no se darían cuenta de los errores tan evidentes en los ritmos y el contenido.
Por su parte, el priísta Antonio Tarek Abdala Saad, candidato a diputado federal por el Distrito 17 de Cosamaloapan, Veracruz, tomó la canción “Happy” de Pharrell Williams (con todo y el concepto del video), una canción que fue un éxito en 2013 y no se adapta a la realidad mexicana en donde la inseguridad impiden estar felices y más si no hay una propuesta concreta que les permita pensar en seguridad.
En el caso de la candidata por el PRD a diputada local por el distrito 11 en Jalisco, Natalia Juárez, el video fue más allá de una simple adaptación de letras o el plagio de una canción, sino una invitación a “despertar” pero acompañado de movimientos candentes debajo de la sabana, aludiendo que ella ofrece campañas diferentes y alegres sin importar que tenga que enseñar parte de su cuerpo para llamar la atención. ¿Hasta dónde hemos llegado? Que tristeza que alguien tenga que recurrir al morbo o el uso de su propio cuerpo para proponer hacer la diferencia.
Y que decir de Diego Leyva, candidato por el PAN al Distrito 1 de Guanajuato, quien intentó llegar a un público muy específico al atreverse a vestir con las clásicas botas tribaleras, bailar y a hablar “pocho” invitando al público a que lo apoyará. ¿Acaso no está rayando en el ridículo tratando de actuar como el público al que deseaba llegar? Ya parece que en su actuar político del día a día se va a vestir así. ¿Por qué aparentar algo que no son con tal de ganar votos?
Y así podemos seguir con decenas de ejemplos. Lo transcendental hubiera sido ver un diferenciador que marcará el inicio de las campañas digitales reales y no sólo videos que se transmitieron a través de internet de manera descontrolada y con muchas carencias: creatividad, producción y, lo más importante, la carencia de propuestas claras.
Hubiéramos querido ver campañas que llevaran detrás toda una investigación de necesidades y audiencias, planteamiento de propuestas concretas y marketing político de verdad y no estrategias que atentaron contra la inteligencia de la población.