Las barreras arancelarias que Estados Unidos dispuso para el intercambio comercial con China y otros países están reconfigurando el mapa del comercio internacional.
No es para menos, la mayor potencia del mundo “cobra” más para permitir vender en su territorio productos fabricados en el exterior y eso hace que las reglas de juego cambien de forma abrupta.
En ese contexto hay que analizar este acercamiento inédito entre China y Japón, las dos máximas potencias de oriente que desde que culminó la guerra entre ambas (en septiembre de 1945) nunca se han llevado del todo bien.
Pero todo cambia y este viernes, los líderes de los dos países estrecharon renovados vínculos en lo que fue calificado como un “punto de inflexión histórico” en su relación comercial.
El acercamiento incluye la firma de una amplia serie de acuerdos, entre ellos, un pacto de intercambio de divisas por 30.000 millones de dólares. Todo, en el mencionado contexto de creciente tensión comercial con Washington.
Intercambios financieros y estrechas relaciones entre las dos principales economías de Asia. ¿Un mensaje para #Trump? https://t.co/mmhpU61fEA [dz]
— DW Español (@dw_espanol) 26 de octubre de 2018
Fue en el primer día de visita del primer ministro de Japón, Shinzo Abe, a Pekín, donde se reunió con el primer ministro chino, Li Keqiang.
Abey Li Keqiang acordaron también que los dos países trabajarán juntos para lograr la desnuclearización en la península de Corea.
Las conversaciones se iniciaron con la idea de buscar nuevos espacios de cooperación y formas de recomponer la confianza mutua, algo que nunca se fortaleció a pesar de que reanudaron relaciones diplomáticas en 1972.
“De la competencia a la coexistencia, las relaciones bilaterales entre Japón y China han entrado en una nueva fase”, dijo Abe en comunicación con los medios antes de que se reúna este viernes con el presidente Xi Jinping en la primera cumbre chino-japonesa a gran escala desde 2011.
¿Qué opinan Toyota, Renault, Volkswagen y Ford?
Las empresas japonesas, en especial las grandes compañías automovilísticas como Toyota, Honda, Mazda, Subaru, Suzuki y Nissan, necesitan que se normalicen los vínculos con China para poder competir con sus rivales estadounidenses y europeas.
Como contrapartida, Pekín espera que Tokio respalde su ambicioso programa de infraestructura, una iniciativa con la que el gigante asiático espera que impulsar aún más el comercio y las conexiones de transporte con otros países.
En 2017, Volkswagen Group, según Statista, finalizó liderando por muy poco las ventas, seguida de cerca por Nissan-Renault-Mitsubishi y Toyota. Más atrás, GM.
Si el mercado chino se abre con mejores condiciones para las marcas japonesas, Toyota ganaría notablemente, lo mismo que Renault (porque impulsaría sus ventas a partir de sus aliadas Nissan y Mitsubishi).
Sin embargo, el grave problema lo tendría Volkswagen que, sin aliado de peso en oriente, deberá fortalecer sus vínculos directamente con China o impulsar su marketing para elevar considerablemente sus ventas en el resto del mundo.
Una de las maneras sería la pregonada fusión con la estadounidense Ford. Ambas están investigando varios proyectos conjuntos y anunciaron que analizan una alianza estratégica.
Si VW sumara los 6,6 millones que vendió Ford, la unión resultante se convertiría en un gigante poderoso.
En la última década, Toyota liderá en ventas en todos los periodos desde 2008 hasta 2015, con la excepción de 2010, cuando GM fue el de mejor performance (la marca japonesa debió mermar su producción por el tsunami en su país), y de 2016, que fue liderado por VW.