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Yalitza Aparicio se ha convertido en la mujer del momento y en un referente dentro del nuevo mercado de cine, gracias a la cinta Roma.
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El mercado de medios ha encontrado en las historias su más poderosa arma comercial, para lograr capitalizar el interés de las audiencias.
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Cintas como Roma han redefinido el esquema bajo el cual se piensa el mercado cinematográfico y la oportunidad de comunicar a través de nuevos esquemas.
Vogue es una de las revistas con mayor trayectoria en el mercado editorial y una de sus estrategias para mantenerse relevante ha sido romper el esquema que el resto de la industria había instaurado.
Un ejemplo muy evidente fue su apertura a las celebridades. Bajo la dirección editorial de Anna Wintour, Vogue US convirtió a las celebridades en verdaderos embajadores de la marca de revista y se alejó de los estereotipos de portadas con modelos y eso estaba bien, pues la lógica de estas revistas especializadas en moda ha sido la cultura que rodea a la industria del vestido.
Con el nuevo esquema, actrices y cantantes se convirtieron en un poderoso magneto de audiencias que llevó a este sector a implementar el timing en sus operaciones, una vez que este concepto terminó de acuñarse en marketing.
Este ha sido el caso de la reciente edición de Vogue México, con Yalitza Aparicio como protagonista de la edición de enero.
Para reforzar el aspecto de cultura mexicana de esta portada, la actriz lleva un vestido de la marca Chistian Dior, que lanzó inspirándose en México.
La historia que cuenta la portada de la revista al tener texto en mixteco (In tiu’n ntav’i -una estrella ha nacido-), nos recuerda que hay nuevas pautas de comunicación con las audiencias y es a partir de la realidad que funcionan. Los estereotipos con que antes se representaba a la mujer o se dictaba lo que era la “aparente realidad” quedaron en el pasado y ahora se busca la identificación a través de personajes que logran representar este día a día que viven las personas.
