Yo en pánico de nuevo por las censuras de Facebook a sus usuarios. Deciden lo que está bien o mal postear, cuando se aceptan ciertos desnudos en tu muro y cuando “de plano” debes ser castigado por “papá Facebook”… Son muchos los casos que he escuchado de bloqueos por fotos de desnudos, incluso artísticos, de mamás amamantando (¿una vulgaridad?); también post transgresores y rebeldes, señas de discursos que rompen con lo establecido…

El punto es que el juego, como es usual, no es tan justo. En muchos casos cuando censuran un perfil, el usuario pierde toda su información, ¿y qué hacen con ella? ¿La usan? Qué miedo me da pensar en esos juegos perversos. Guardadas las proporciones, me recuerdan a la invasión a Iraq: “te invado para ayudarte, los asesino para salvarlos y salvar su petróleo, pero me quedo con él”… Los gringos siempre ganan.

Supongo que muchos pensamos que whatsapp fue inventado por unos geeks gringos que, muy al estilo arrogante del clásico poderoso americano y como Zuckerberg, sueñan con controlar las vidas ajenas, poniendo sus propios códigos éticos y morales. Pues no. Me encantó saber quiénes son los padres de nuestro tan “útil”, aunque ciertamente adictivo, “whatsapp”.

Resulta que uno de los creadores es la antítesis del yuppi de Silicon Valley que se hace millonario gracias a su cerebro. Jan Koum es de Kiev, de niño no supo lo que era bañarse con agua caliente y cuando llegó a Estados Unidos, a los 17 años, sobrevivió con cupones de comida para emigrantes.

Su infancia y juventud en un país que controlaba e intervenía las comunicaciones de la gente y el hecho de haber crecido en un pueblito con pocos amigos derivan en uno de los dos grandes pilares de nuestro whatsapp: PRIVACIDAD. La aplicación no pide datos de los usuarios, sólo su número de teléfono. Por completo es lo contrario a Facebook que sabe todo de nosotros y se ha beneficiado al vender nuestra información a los anunciantes: logra la más grande segmentación y estudio de mercado posible.

De ahí que, al parecer, a Koum no le simpatice mucho Facebook y sus prácticas. Nunca lo ha resaltado y cuando ha hablado a los medios de sus aplicaciones preferidas, más bien nombra a Twitter. Este genio, que tuvo una vida sencilla y guerrera, no comulga mucho con la ilusión que nos crea Facebook de tener cientos de amigos que, a ciencia cierta y cuando estamos en las malas, se convierten en tres. Sí, tres, los del alma.

Y el otro gran pilar de nuestra red de chat es: NO PUBLICIDAD. Ya nos hemos dado cuenta, y al menos yo lo agradezco profundamente, que es una plataforma libre de anuncios. El bombardeo publicitario era lo que Koum detestaba de su antiguo trabajo en Yahoo. Así que él y su socio, Brian Acton decidieron no “mercatilizar” su servicio de comunicación, y lograron que Zuckerberg respetara esta máxima, al menos al principio.

Interesante historia la de Koum, emprendedor autodidacta que se retiró de la universidad antes de terminar su carrera, un personaje que firmó su acuerdo de venta por la impactante suma de 19 millones de dólares en un centro asistencial donde solía recoger, junto con su mamá, los vales de comida tras dejar su conflictiva Ucrania.

Este nuevo millonario, que no olvida cuando tenía hambre, es firme en su posición que hoy saca de casillas y cuestiona a los mercadólogos, empresarios y publicistas del mundo: cero publicidad para los 450 millones de personas que usan su invento de mensajería móvil. Fascinante.

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