Esta semana veía con detenimiento la serie de “Conexiones” de Latif Nasser, en Netflix, obvio por los temas que manejo, me llamó la atención el capítulo uno, referente a la Vigilancia de que somos objeto por parte de las aplicaciones, como Tinder, Facebook, Instagram .
Latif Naserb se hizo popular por ser el Director de investigación de la Radio Pública en New York, “Radiolab”, en Estados Unidos. Periodista de Investigación y de enfoque más hacia la ciencia, presenta esta serie “Conexiones”, de seis capítulos. El capítulo uno, nos muestra a través de dos entrevistas y el caso de un primo de Nasser, la importancia de términos legales como “Consentimiento”, y “Privacidad”. Nos habla acerca de cuánta información privada de los cibernautas recogen las redes sociales y las comparten entre ellas. Particularmente, en el caso de su primo, cómo es que, no le importa que sea invadida su privacidad y que lo vigilen, afirma no sentirse mal por ello.
En este capítulo conecta desde la vigilancia de cerdos en Escocia hasta como funciona el algoritmo de aplicación de citas Tinder, con el famoso algoritmo de “Deseabilidad”. Además , cómo desde un centro de entrenamiento de Inteligencia Artificial (I.A.), todas las fotos que se suben a aplicaciones de redes sociales de los usuarios , acaban siendo el entrenamiento de estas inteligencias artificiales, para conocer mejor al ser humano.
Realiza una entrevista con Judith Duportail, reconocida periodista francesa, quien era una gran y activa usuaria de Tinder , presencia que ella misma incrementó al pasar por un periodo de soledad, al tener a los 28 años una ruptura amorosa.
Duportail, nos describe sólo lo que ha podido averiguar acerca de el funcionamiento de el algoritmo ya mencionado y más factores de Tinder. Comenta que al preguntarse ¿qué tiene Tinder de mí?, y escribir a las oficinas de la aplicación en París, le dijeron que los datos reservados de ella en la aplicación debido a que eran considerados de propiedad intelectual, y sólo le entregaron 800 páginas del resumen acerca de su actividad dentro de la propia aplicación. Sólo eso, no recibió la calificación de “deseabilidad” (Ránking ELO), de que tanto le interesaba y a la que de entrada considera discriminatoria y elitista.
Tras este ejercicio, reconoce que Tinder conoce a sus usuarios mejor que a sí mismos, y sobre todo sabe de los momentos de vulnerabilidad y de soledad que pasan, y que eso la hace sentir insegura al haber compartido sus secretos en esta aplicación. Le manifiesta a Nasser el nivel de Vigilancia que esta red social tiene de sus usuarios , saben a que hora te conectas , a que hora estas ansiosa, tus preferencias, que personas te interesan, es decir , la mencionada Privacidad desaparece.
Ella publicó un libro por si les interesa saber más del tema: “El algoritmo del amor”, donde palabras más, palabras menos, concluye: “En realidad, Tinder, decide por ti, a quien puedes tocar, amar, desear, conocer, y uno mismo es el que le da ese poder, sin realmente, haber sido mi elección”. Lo peor, nunca encontró el amor en Tinder.
Mi reflexión final es , y ¿si hubiera estudiado el contrato que firmó al abrir la cuenta de Tinder?, y ¿si se hubiera dado cuenta que daba su consentimiento para muchos temas que después consideró de invasión a la privacidad?, más grave aún y ¿si realmente nos importara nuestra privacidad , estaríamos tan activos en las redes sociales, con el conocimiento de que nosotros mismos nos exhibimos?, sugerencia no den su consentimiento tan fácil, y traten de leer a detalle todas las autorizaciones que les piden en letras pequeñas o que llegan a ustedes por engaños.
