Una de las categorías que más ha crecido en las estrategias de mercadotecnia a nivel global, incluyendo México y América Latina, es el uso de videos cortos. Plataformas como TikTok, YouTube Shorts, Instagram Reels y soluciones locales han impulsado este formato como un elemento clave en la comunicación de las marcas.
El atractivo de los videos cortos radica en su capacidad para capturar la atención de los consumidores de manera rápida y efectiva. Sin embargo, las plataformas han comenzado a buscar formas de alargar estos contenidos, intentando mantener al usuario dentro de sus ecosistemas. Estos algoritmos, diseñados para perfilar preferencias y maximizar el tiempo de consumo, tienen un impacto notable en la homogeneización de intereses. Kyle Chayka, autor de Filterworld, señala que, lejos de generar verdadera personalización, estos sistemas agrupan a los consumidores en grandes bloques de comportamiento. Esto podría explicar por qué los gustos de las nuevas generaciones se han uniformado, desde el diseño de interiores hasta las preferencias de viaje, donde un café en Bérgamo, Italia, puede sentirse casi idéntico a uno en San Antonio, Texas.
Más allá de este fenómeno social, los videos cortos también se han convertido en la puerta de entrada para el contenido de las marcas. Funcionan como un gancho: un video corto en YouTube Shorts puede destacar los goles más espectaculares de una temporada de fútbol, despertando el interés de un fan por asistir a un partido o viajar a Madrid para visitar un estadio. Lo mismo ocurre con deportes como el golf, que ha adaptado su estrategia al captar audiencias jóvenes mediante videos breves y dinámicos que combinan entretenimiento y deporte.
La mezcla entre entretenimiento y experiencias no es nueva, pero el auge de los videos cortos ha acelerado este fenómeno de manera exponencial. Este formato permite a las marcas alcanzar audiencias masivas con expresiones mínimas de contenido, adaptándose rápidamente a las tendencias globales. En un contexto donde los gobiernos buscan modelos más proteccionistas, las marcas y las plataformas digitales han intensificado su apuesta por estrategias globalizadas, aprovechando los algoritmos para llegar a cualquier rincón del mundo.
Sin embargo, esta tendencia también tiene desventajas. Aunque el video corto es efectivo para captar la atención, su impacto en el fortalecimiento del valor de marca a largo plazo es cuestionable. En este sentido, recuerda los anuncios televisivos de los años 60, 70 y 80: aunque eran memorables, en muchos casos el consumidor olvidaba la marca detrás del mensaje. Los videos cortos enfrentan un reto similar. Aunque son herramientas útiles en el embudo de marketing, no necesariamente generan una conexión duradera con la marca.
El auge de este formato se dio durante la pandemia, un período que redefinió las estrategias de mercadotecnia en tiempo récord. Sin embargo, cuatro años son insuficientes para determinar si los videos cortos se convertirán en un pilar del imaginario colectivo o si su relevancia será efímera, como algunos predicen que sucederá con Twitter. El interés creciente por contenido de mayor profundidad, como documentales y series, señala que los consumidores buscan experiencias más completas y significativas. Incluso plataformas como Facebook, Google y TikTok han comenzado a integrar formatos de mayor duración en sus ofertas, reconociendo la necesidad de equilibrar la inmediatez del video corto con la relevancia del contenido de largo plazo.
Los videos cortos son una herramienta poderosa, pero no una solución definitiva. Las marcas deben entender su papel como un punto de partida en la interacción con los consumidores, complementándolo con estrategias que fortalezcan el valor de marca y aseguren relevancia a largo plazo.