Las “tarifas cero” en el transporte público de pasajeros son un viejo sueño de los urbanistas que entienden que la movilidad gratuita es uno de los factores de crecimiento más importantes para las grandes ciudades.
Sin embargo, ¿es posible un mundo con transporte urbano gratis? En Francia y otros países ya hay algunas iniciativas exitosas. La duda es saber si éstas pueden extenderse a otros destinos.
La ciudad de Dunkerque, por ejemplo, en el norte de Francia, ha experimentado una transformación radical y silenciosa gracias a que cambió a una modalidad de transporte público gratuito.
Fue de la mano del alcalde Patrice Vergriete, quien tiene un doctorado en planificación urbana y que puso “tarifa cero” en 18 rutas de autobús urbano para los 210 mil residentes de la ciudad.
Esta política revitalizó el antiguo puerto industrial y ayudó a reducir las emisiones de carbono, según un estudio del Observatorio Independiente de Ciudades de Transporte Libre.
Fue a partir del menor uso de los automóviles.
¿Cómo financió la tarifa gratuita? Con un pequeño aumento en un impuesto a los comercios, que estos ven compensado porque aumentaron en un 60% los viajes a los centros comerciales durante la semana y se duplicaron los fines de semana.
De los nuevos usuarios, el 49% dijo que ahora usaban regularmente la red de transporte público en lugar de sus vehículos.
Según los especialistas franceses, se trata de una “señal de que el transporte público gratuito podría funcionar a mayor escala”.
Transporte gratis: a favor y en contra
Las opiniones no son todas uniformes cuando se analiza llevar el modelo Dunkerque a una ciudad importante como París, CDMX o Buenos Aires.
Los defensores del sistema argumentan que hacer que el transporte público sea gratuito reduciría las emisiones de carbono y la contaminación del aire, aliviaría el bolsillo de las familias más desfavorecidas y crearía un modelo de financiamiento más consistente.
Los críticos se oponen señalando que los costos y la inversión son diametralmente opuestos en pequeños poblados en comparación con grandes centros metropolitanos en expansión.
También aseguran que aunque la política generaría un incremento hasta del 10 por ciento en la cantidad de pasajeros, costaría más de 2.900 millones de euros para una ciudad grande de Europa por año.
Además, la calidad del servicio caería y el uso de los carros únicamente se reduciría en un 2 por ciento.
Antecedentes
La experiencia no es nueva. Una ciudad vecina de Dunkerque, Aubagne, y otro poblado cerca de Toulouse, ambas en francia, experimentaron en la década de 1970 con tarifas gratuitas.
En 2013, la ciudad estonia de Tallin se convirtió en la primera capital de la Unión Europea en intentarlo y en 2020, Luxemburgo, con una población de 630 mil habitantes, se convirtió en el primer país en tener transporte público totalmente gratuito.
Hay experiencias más acotadas que han tenido éxito. En París, el transporte público gratuito para menores de 18 años ya funciona durante el año escolar y en Estrasburgo, la novena ciudad más grande de Francia, aplicará esta misma estrategia este año.
En Argentina, la provincia de Córdoba, en el centro del país, tiene hace casi 15 años el llamado boleto estudiantil gratuito, por el que miles de estudiantes, docentes y auxiliares de escuelas no pagan absolutamente nada por el transporte cuando van y vuelven desde los colegios y universidades.
La iniciativa ha sido tan exitosa que otros distritos la copiaron.