Por Pamela Luna
Ser verde y demostrar la preocupación por el ambiente tiene un precio que se valora en cada una de las 4p. Ser verde está de moda.
El green marketing surge como una respuesta ante la problemática mundial relacionada con temas como el calentamiento global, las catástrofes y la contaminación, tópicos que pretenden mostrar los conflictos provocados por el mal uso de los recursos naturales.
Es un asunto recurrente en el que todos quieren participar, por eso, las diferentes industrias hacen lo posible por no quedarse fuera. Pero ¿qué significa ser verde? Consiste en realizar acciones que eviten daños al medio ambiente, así, las empresas crean y comercializan alimentos orgánicos, detergentes biodegradables, autos con tecnología para tener bajas emisiones, pinturas sin plomo, maquillajes realizados con productos naturales y que no fueron probados en animales, o empaques hechos de cartón reciclado. La lista pues, se vuelve extensa, casi interminable. Pero, ¿resulta una herramienta útil para las distintas industrias? Según Mauricio Ortigosa, profesor del departamento de mercadotecnia del Tecnológico de Monterrey, los planes en los que se incluyen estrategias verdes representan una opción ganar-ganar.
Por un lado, mejoran la percepción que el público tiene de ella, y por el otro, las personas se benefician con las ventajas o las actividades realizadas bajo esta premisa verde. “Las compañías no son almas de la caridad, la labor que realizan en pro del ambiente les trae más ventas, una mejor imagen y es benéfica en cuestiones fiscales”, explica Ortigosa. En un estudio realizado por el mismo académico, la percepción de los consumidores hacia las corporaciones que se preocupan por la naturaleza es positiva. Sin embargo, no se trata de realizar una estrategia nada más por que sí. Esta debe ser llamativa e interesante, en caso contrario, no habrá manera de que la gente apoye. Además, debe ir enfocada al ramo de la empresa que la formule.