Por Carlos Tapia
Twitter: @carlosftapia
Ciudad perdida, poca gente y expectativas apagadas. Así podría parecer que luce Valle hermoso, una ciudad a 35 minutos de Matamoros, Tamaulipas que busca, al menos en su universidad, la UAT, un espacio de discusión y mirada a futuro.
Quieren romper paradigmas, con los pocos, pero muy bien utilizados, recursos con los que cuenta. El clisé del oasis en el desierto calza perfecto acá.
Hace tres días y luego de que mi avión se demorará 1:30 minutos más en salir por la tormenta que tuvimos en DF, logré partir a Tamaulipas, exactamente a Valle Hermoso. Para muchos tierra de miedo y preocupación. Y tiene por que sentirlo así. Apenas me bajo del avión el taxista me comenta sobre la balacera que el día anterior había ocurrido en las cercanías y que rompía con la virtual tranquilidad de las últimas semanas. Él, un tipo fornido y que pareciera no temerla a nada, rehuye de su aspecto para comentármelo con pesar en cara, debilidad y desazón, pero si con un profundo aliento de esperanza hacia el futuro.
Al día siguiente, llegué a la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Una institución pequeña, que luego de planificar un crecimiento importante y significativo para la región; se vio sometida al miedo y sólo cuenta con 550 estudiantes, donde las circunstancias llevaron a que en la mañana sus instalaciones sirvan como preparatoria local. Pero esto no los ha amilanado, al contrario, probablemente es un ejemplo más de como las pequeñas universidades locales del país, han logrado ir en contra de la regla y ponerse de frente a todos estos problemas, con la tecnología como aliado.
Un ejemplo de esta gallardía académica son sus libros. Todos digitales. Mantienen unas copias físicas en su disminuida biblioteca para estar en regla con SEP. Libros, que son co-creados por lo profesores, digitalizados por su diseñadora Karen Quinteros, y compartidos a los estudiantes que antes de esta etapa, se les complicaba costear los casi 1800 pesos que estos significaban. Por 45 pesos por libro (un costo de recuperación solamente) los alumnos pueden tener acceso a éstos llevarlos en un usb. ¿Básico? Quizás en el DF, pero acá un reto y logro tremendo.
Cuando me comentaban de su malla curricular, se me hizo aún más evidente esta visión: En sus carreras aparece “Mercadotecnia digital”, sencillamente notable. Una universidad que debería enfocarse en dar herramientas tradicionales, decide apuntar al futuro y salir de los vicios retrógrados para verdaderamente preparar a sus alumnos y no enviarlos a competir sin herramientas. Like a esto.
Estos cambios sumados a las modificaciones que año tras año hacen a su malla curricular no por antojo, si no por que escuchan y de verdad a los estudiantes, intentando aprender de ellos y trabajar en conjunto por estar a la “vanguardia” son parte de la visión que su Director, Joel Vázquez y profesores como Jair Bajonero y Verónica Solis, sólo por nombrar a algunos, han puesto en marcha frente al vendaval de problemas que esto pudiera suponer.
Es más, están firmando un acuerdo con Apple LA, para enviar a sus estudiantes a hacer un viaje y vivir a piel, la evolución tecnológica que ellos tiene para entregar. Y si sumamos que desde hace casi un año, destacados profesores de Monterrey dan clases a distancia a sus alumnos, el infinito es cada vez más cercano.
La UAT está en beta. Se resisten a quedarse estancados, detenidos por la contingencia. Saben, y te lo hacen sentir en carne propia, que la única opción es cambiar y hacerlo de manera tal que involucre a la comunidad, los alumnos y profesores; la mente, el alma y quizás la vida van de la mano.
Me regresó feliz, me traigo una energía tremenda y el cariño que recibí en estos dos días, no lo comparo con nada. Pesce grande mangia pesce piccolo (el pez grande se como al pez pequeño) en esta universidad cambia radicalmente por el pez veloz se come al pez grande.
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