San Diego, CA, USA

“Mano que no has de vencer estréchala” dice un adagio popular. En los tiempos que vivimos, evitar generar una presencia y luego una huella digital es fútil y prácticamente imposible. Sin embargo y, prestando atención al adagio: ¿valdría hacer algo al respecto en vez de evitarla?. Déjame llevarte a un recorrido retrospectivo. De acuerdo a mi análisis hemos pasado -en nuestra relación con las redes sociales, las redes profesionales y el intenso uso del correo electrónico y la mensajería en todas sus formas- por tres etapas:

Etapa 1. El entusiasmo
De entrada, nos echamos literalmente un clavado “sin traje de baño” a la alberca digital. Metíamos de todo, nos cuidábamos de nada, publicábamos como “si cualquier cosa”. Expusimos nuestras personas e identidades al entorno social, como si no hubiera mañana. Sin cuidado alguno, expusimos las direcciones de correo de nuestros amigos cayendo éstas en manos de malandrines ucranianos. Nos y les expusimos desnudos al ciber-asalto. En ese proceso, invitamos a la sociedad en pleno a visitarnos en nuestra morada digital y lo hicimos sin darnos cuenta. Las consecuencias no se hicieron esperar llegando éstas en forma de virus, robos de identidad, spam, cadenas moralizantes, amenazas, secuestros virtuales y el torrente de correos electrónicos plagados de estupideces emanadas de las máquinas de los recién llegados al (hoy ya antiguo) Internet 1.0.

Con la evolución del Internet, hicieron su debut las redes sociales en forma de sitios de encuentro. Surgió la mega mensajería móvil “over the top”. Con el twitteo a 140 caracteres, se rompió la pared de la presa desbordándose y empapándonos a todos. Empezamos a subir fotos a las aplicaciones en la nube como quien avienta arroz en una boda. Nuestro resfriado se convirtió en pandemia y nuestra vida privada digital en… ¡real y pública!. Para uso indiscriminado de los medios.
Nos encontramos de repente presa fácil de los delincuentes y depredadores digitales. Todo fue (es) gravable. Todo fue (es) vulnerable. Tus web-cams, esas ventanas de adentro hacia afuera, se convirtieron en tus espías de afuera hacia adentro. Tu micrófono en bocina lejana. Tu celular inteligente, en una huella geográfica digital fácil de seguir por los comerciantes. Los sitios web visitados, fueron las pistas de tus perseguidores digitales acechándote a través de sus compinches “las entrometidas cookies”.

Etapa 2. La cautela
El mencionado estado de cosas, mismo que prevaleciera para muchos y aún se mantiene para algunos, crea una sociedad cibernética más concienzuda e ilustrada. Más cautelosa y preocupada. Más golpeada y necesitada de protección. La nueva tendencia se enfila a: “desaparecer de la RED”.

Borrar, borrar y borrar. Quitar cuentas, limpiar direcciones, abandonar sitios, dejar de compartir información social en forma de datos y/o fotos. Hacer lo imposible a fin de lograr un bajo perfil manejable. Sin embargo, ¿se puede uno desaparecer del ciberespacio?. Por desgracia hay cien cosas que haces en la RED. Basta con buscarte en “Google” para encontrarte, aún así de haber pasado la semana echando “RAID Matabichos” por todos lados. En el mundo digital “lo hecho, hecho está”. Lo que haces en la RED, se queda en la RED como escaparate. Se esparce y se cuela como el agua por las rendijas.

Etapa 3. La reputación
“Mano que no has de vencer estréchala”. En lugar de borrar, crea contenido inteligente. Donde hay duda de imagen, aclárala con una excelente e intencionada comunicación de ti. Es mejor desarrollar una reputación digital auténtica y alentadora, que evitar el ser visible en la RED. La creación de imagen, branding, marca y/o reputación, “usa el término que mejor lo describa para ti”, es un deber de cualquiera de nosotros que cotidianamente, ya sea social o profesionalmente, navegamos la RED por necesidad o esparcimiento. Diseñar y cultivar una imagen y, constantemente monitorear y evolucionar su desempeño, es una misión de nuestros tiempos. Como vestirnos y acicalarnos cada mañana.

Creando una reputación, tú diriges a tu audiencia por donde tú determines que debe de ir. Muestras lo que deseas mostrar haciendo énfasis en aquello positivo de ti alejando a tu lector de aquello inadecuado que no te representa. Sirve inclusive para que, los depredadores comerciales que te acechan, sean conducidos a donde, seguramente, no hacen daño. Visita tus sitios web fijos y móviles echándoles un ojo analítico y artístico. Comienza a dibujar tu nueva imagen hoy con elegancia, profesionalismo y sé tu mejor agente de relaciones públicas. Te reto a que escribas tu biografía en “Wikipedia”.