El Rey Próspero, uno de los personajes creados por Édgar Alan Poe y protagonista de la ficción “La Máscara de la Muerte roja”, fue, en mi caso, la primer ficción atraída hace 24 meses.
La narrativa, que plantea un reino asediado por la enfermedad y la solución del Rey, fue resguardarse en su castillo acompañado de mil personas con la intención de aislarse de la peste que los aquejaba.
Enero 2020, los primeros visos de una espera no tan larga. Este mes se cumplen dos años de lo que para muchos de nosotros ha sido el evento más disruptivo de nuestras vidas; tal vez desde el año 2001 con el triste suceso de las torres gemelas no se tenían encabezados de periódicos tan pesimistas como los de aquel incipiente 2020.
Por otro lado la pandemia atrajo un abanico de posibilidades que si bien no eran del todo desconocidas, habían sido poco promovidas en relación a lo habitual en ámbitos como el empresarial y educativo por mencionar dos casos. Esta crisis nos confrontó con el encierro y la oportunidad de convivir parcialmente con él. La cantidad de información acompañada de la explotación de los nuevos canales para obtenerla, resultó un acicate para quienes manejábamos las relaciones de negocio con un estilo apegado a la tradición del contacto físico.
Las redes sociales han tenido en este espacio de tiempo una metamorfosis que rebasó las propias expectativas. Un momento en el que los mensajes abundan y las opiniones pasaron a convertirse en “fuentes viables de información” y estas a su vez han abierto espacios que no existían. Solo imagina la cantidad de huecos generados cuando de manera paulatina regresemos a la “otrora realidad”, por supuesto que uno de los retos será cubrir dichos espacios. ¿Qué tipo y qué contenido reemplazará los vacíos ocasionados? ¿La tropicalización inducida en los contenidos, adónde nos dirige? Poco a poco disminuirá el tiempo que dedicamos a las redes sociales, por ende los espacios tendrán la difícil tarea de producir contenidos y crear mensajes adecuados que agreguen valor.
Conducirnos a esta especie de actitud o estilo “Socrático” de ser, figura si no el final del camino, nos ofrece una terminal segura. En el caso del Rey de la ficción el encierro acompañado de los suyos pareció solo retardar lo inevitable. Este tamiz en el que hemos pretendido convertirnos por supuesto humaniza las propuestas de solución y a través de nuestra humanidad intentar resolvernos; un riesgo que debemos correr a toda luz. El horizonte siempre siempre lejano invariablemente cuenta con una silueta humana a la cual deberemos apelar ante cualquier incertidumbre en la creación de contenido.