Uno de los productos más demandados por la pandemia actual son los cubrebocas, que aunque a muchas personas no les gusta usarlas, ya son un requisito para entrar a diferentes establecimientos.
Muchas marcas se han dado cuenta de esto y han aprovechado para hacer negocio, incluso marcas de alta gama han lanzado al mercado cubrebocas a costos excesivos, como la marca Urban Outfitters, Louis Vuitton, incluso Fendi.
Pero hay otras que han pasado de ser de los materiales convencionales hasta mascarillas inteligentes como es el caso de los modelos lanzados por la marca Xiaomi con capas de esterilizar y liberar el humo a los usuarios.
Ahora se dio a conocer que Centro Médico Hadassah en Jerusalén está trabajando en una mascarilla que puede ser cargada con el cable de tu teléfono celular. Pero además, y de acuerdo con información retomada por Reuters, señala que está será capaz de matar el coronavirus con calor.
Esta mascarilla se calienta hasta 70 grados, y aunque parece un opción prometedora el profesor Allon Moses, de este centro, señala que si este virus es expuesto a esta temperatura por media hora, asegura la muerte de este.
La industria de los cubrebocas:
Valor de mercado de máscaras faciales han llegado a los 37.16 miles de millones de dólares en todo el mundo durante este 2020 y de acuerdo con datos de Statista, estos podrían llegar a los 39.57 para 2021 y hasta 42.14 miles de millones para 2022.
Las mascarillas aumentarán su valor en los años futuros, pero esto no es algo reciente, pues con el paso de los años han aumentado su relevancia, sobre todo en países asiáticos.
Esto con relación a la salud claramente, imagina que de 2018 aumentaron su valor de 32.76 a 34.89 miles de millones de dólares a nivel mundial, incluso de acuerdo con Statista para el 2025 podrían aumentar hasta 50.91 miles de millones de dólares.
Lo que tiene sentido si consideramos el origen de la actual pandemia y anteriores. Verás, la Organización Mundial de la Salud señala que este virus se identificó por primera vez en Arabia Saudita en 2012 y asegura que los datos sobre su transmisión gravedad e impacto clínico son muy reducidos.
Es cierto que una epidemia tiene resultados muy negativos almacenando altas tasas de letalidad. Un ejemplo de esto es 1817 cuando el cólera se consideró pandemia porque empezó en Asia sudoriental y se propagó a otras partes del mundo, esta fue la primera y le suscitaron muchas otras, como la séptima ola pandémica de cólera que se propagó rápidamente a otros países de Asia, Europa, África y en 1991 llegó a América Latina.