La marca, una noche clara sin luna, o el azul imaginado tras el nubarrĆ³n de nuestro propĆ³sito. Una entrevista con el Director de la organizaciĆ³n, seguido a esto, la segunda entrevista con el Controlador de la misma. QuĆ© vamos descubriendo a travĆ©s de una charla en la que se trata de preguntar sin preguntar, de saber y conocer sin transgredir. Hasta este momento del caso las cosas caminan en un aparente mismo sentido. El giro de la historia como en el comĆŗn de las buenas narrativas se construye de tajo cuando estamos de frente al Fundador, en este punto la inflexiĆ³n puede llegar a dibujarse como una prohibida vuelta en āUā. La marca se transforma en lo que cruza el cedazo, en lo que sobra despuĆ©s de filtrarlo por lo que cada elemento de la empresa asume lo que la marca significa.
El poema Mala Sangre de Arthur Rimbaud inicia destruyendo toda posibilidad de ser otro, demuele las opciones por erigirse con una personalidad Ćŗnica: āDe mis antepasados galos, tengo los ojos azul pĆ”lido, el cerebro pobre y la torpeza en la lucha. Me parece que mi vestimenta es tan bĆ”rbara como la de ellos. Pero no me unto de grasa la cabelleraā; durante el poema el autor recorre el pasado desde lo personal autorretratĆ”ndose y de algĆŗn modo edifica su personalidad respecto de su etnia. La crĆtica de Rimbaud desenlaza en una especie de justificaciĆ³n de sus pensamientos, que en obviedad no corresponden a su gran trayectoria, sin embargo, nos deja ver de modo tĆ”cito el reconocerse como parte o fruto de una historia.
En el caso de la empresa nos sucede como a Rimbaud, el fundador se detiene en las entraƱas de la marca, en esos āpequeƱos detallesā que pasan a ser lo fundamental. El valor de una marca, tal vez, solo se entiende por completoĀ por quienes heredan el ADN, y quizĆ”s por esta razĆ³n la marca se traduce como un linaje, algo a lo que otros no pueden accesar y en este sentido actĆŗan como observadores o participantes de un proyecto. La adopciĆ³n de un fundador respecto de quienes integrarĆ”n su equipo de trabajo. āAdoptarā podrĆa ser lo que mejor defina conformar una empresa en la que el factor humano se asume con una propia genĆ©tica.
ĀæCĆ³mo interpretar y, sobre todo, cĆ³mo diseƱamos el mensaje hacia el consumidor? En manos de quiĆ©n depositar el cĆ³digo genĆ©tico de nuestra idea, o de la idea que estamos heredando y que ademĆ”s debemos dejar a la generaciĆ³n siguiente. De quĆ© modo transmitir evitando al mĆnimo la decodificaciĆ³n de un mensaje que pudiera llevar tres o mĆ”s generaciones a cuestas. Imaginemos, y solamente imaginemos, el valor agregado de una marca que contenga tres o mĆ”s generaciones. Rimbaud y la paradoja de apĆ³stata o anacoreta que plantea en su poema Mala sangre, es sin duda una paradoja en la que habitamos en cada marca o empresa que pretendemos valuar desde lo entraƱable. MĆ”s valdrĆa que cada uno de quienes intentamos ser el espejo de nuestros clientes ante el mercado, lo hagamos con empatĆa y ser o imaginar ser al menos en adopciĆ³n un miembro de la familia cuando intentemos transmitir el cĆ³digo de una organizaciĆ³n.