Ahora te pido reflexiones en el hecho de que seguramente a ti, como a mí; mujer u hombre, no nos hace falta extraer de ningún apartado lugar una oficina para armarla posteriormente. No me cabe duda de que la nuestra está perfectamente equipada. Probablemente nuestro trayecto al trabajo sea mil veces más relajado y, aunque probablemente lejano, de ninguna manera sacrificado y/o tortuoso. Es muy probable que no tengamos que esperar a la intemperie por nuestros clientes pudiendo atender, gracias a la tecnología que nos rodea, muchos simultáneamente y, seguro estoy, el costo de nuestra hora de servicios supera enormemente la obtenida por el “bolero”.
Si es así, entonces entreguemos todo nuestro “haber y ser” a cada trabajo emprendido. Démosle nuestra más absoluta atención a cada detalle de nuestra labor manual o intelectual. Volquemos, como los humildes boleros, nuestra completa capacidad de servicio a la tarea que diariamente se coloca frente a nosotros haciendo que cada reporte, propuesta, carta, correo electrónico, investigación, campaña, venta de producto o servicio sea al 100% . Como si el dueño de los zapatos nos viera atentamente desde la alta silla.
¡Vaya, que al final del día, desandemos nuestro camino al trabajo con el orgullo de haber participado en la construcción de un mejor país, más lustrado y brillante!.