Fin de año, un 2021 fugaz, la espera de la vacuna logró en muchos de nosotros una especie de propósito común, un tramo transitado a distintas velocidades y sobre todo con una multiplicidad de perspectivas. El liderazgo en las organizaciones implica en apariencia tener a la mano todas las respuestas para todas las situaciones posibles y hasta para las probables, algo así como un almacén de soluciones. La oficina del director podría configurarse como un túnel seguro o la vía corta para evadir conflictos.
El atajo al cielo del que habla Michael Oakeshott en su ensayo “La Torre de Babel” pudiese haber descubierto en este período de pandemia un pasaje figurado, pocos acontecimientos en la historia han tenido un impacto global en el quehacer de los ciudadanos, ni siquiera una de las guerras mundiales había expuesto a la población a esta intención al menos aparente por alinear la búsqueda de un sentido. La vacuna evidenció lo heterogéneo del pensamiento dibujando de algún modo las plataformas desde las cuales emanaron todo tipo de información y datos, jamás un evento tan visto y tan comentado, no solo por la importancia y magnitud, sino por la facilidad con la que estos se transmiten de un lugar a otro.
El ensayo nos plantea un diálogo entre dos posturas morales, la primera nos aleja de la estructura y se basa en los hábitos y efectos del comportamiento, la segunda forma gira alrededor de una columna de valores que conducen hacia la reflexión. Cuántas versiones hemos tenido del impacto de este “bicho” en nuestro cotidiano presente y en el también cotidiano futuro que nos aguarda, ¿cuántas preguntas y cuántas respuestas analizadas por la propia consciencia tanto colectiva como individual? Ocuparnos por supuesto en la decodificación que vamos haciendo sobre la marcha y cómo vamos compartiendo con quienes nos rodean. La corrupción de la consciencia narrada en el ensayo de Michael Oakeshott un autoengaño del cual nos convencemos al paso de los días y los años, este puerto de pensamiento un tanto occidentalizado en el que el orden y las jerarquías predominan en la toma de decisiones, son a la vista una forma más que adecuada en la búsqueda del sentido, solo que para nada podría ser la única forma de hacerlo.
Un 2021 que en mi caso se constituyó como el más acelerado de los caminados por más de cuatro décadas, un ciclo que figura una corta velada llena de sueños sobre tragedias, dramas, comedias, todas estas humanas pero conteniendo el ingrediente de la ficción. Quedan pocas horas para este colofón, y no sé si de modo afortunado o desafortunado sobran las páginas en blanco aguardando conclusiones. Formular nuestros epílogos por supuesto es una tarea individual, solo que estos influirán queriéndolo o no en un epílogo colectivo del cual seremos responsables en parte. Apelar a la consciencia para cada toma de decisión eligiendo cualquiera de los dos caminos planteados es una responsabilidad que se debe asumir en cada liderazgo, y sujetarse a la experiencia o a la estructura de un tipo de pensamiento es una decisión siempre siempre de abundante soledad.