En la década de los 80 y 90, si eras estudiante, había altas probabilidades de que tuvieras una mochila Samsonite. No era la más bonita, no, pero sí era una guerrera. Pesaba poco menos que los libros y cuadernos que cargaba, y resistía todo tipo de maltratos: los golpes, las caídas, las jornadas de juego más intensas y hasta las lluvias más.
Esa mochila, que parecía una pequeña caja roja, azul marino o verde oscuro, con vivos amarillos y el nombre de la marca en los broches, era una compañera inseparable. Te servía de banco mientras esperabas… No importaba cuántos libros le metieras, siempre parecía estar lista para más.
Mirar una foto de esa mochila hoy es como entrar en una máquina del tiempo, retroceder un poco (o mucho) a esos días en los que lo más importante era llegar a tiempo al recreo.
Y para los afortunados que aún conservan una, ¡felicidades! Porque estas mochilas se han convertido en un artículo de colección, llegan a costar hasta 2500 pesos en MercadoLibre. ¿Quién lo hubiera imaginado?
La incomodidad del portafolio y otras aventuras de primaria
Además de la icónica mochila Samsonite, también estaban los portafolios de la misma marca y aquellos hechos de reja. ¿Recuerdas lo incómodo que era llevarlos? Con el peso de los libros y cuadernos, se te cansaba la mano, y siempre existía el riesgo de que algo se escapara por los agujeros. Y si llovía… bueno, era mejor rezar para que todo llegara seco a casa, porque, aunque la forraras con plástico cristal, siempre existía el riesgo de que se mojaran los libros y cuadernos.
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Hoy en día, estos portafolios todavía se pueden encontrar en Amazon, con precios que oscilan entre los 800 y 850 pesos. ¡Todo un lujo vintage!
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Mochilas con reloj: el ingenio antes de los smartphones
Antes de que los celulares fueran omnipresentes, y mucho antes de que los relojes inteligentes existieran, algunas mochilas incluían un reloj enorme.
Era una forma genial de monitorear el tiempo, especialmente cuando la salida al recreo o el fin de clases se acercaban. Para muchos niños que no usaban reloj, esta era la manera perfecta de saber la hora sin tener que pedir ayuda. Y, hablando de relojes, ¿recuerdas aquellos que tenían una mini calculadora, casi imposible de usar por lo pequeño de los botones? ¿Tuviste alguno?
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Útiles escolares que marcan época
Pero no solo las mochilas nos hacen viajar en el tiempo. ¿Quién puede olvidar el Resistol en forma de elefantito o los colores Blancanieves y Mapita de la marca Dixon? Aunque increíble, muchos de estos útiles escolares todavía se pueden conseguir hoy en día. Otras joyas de la nostalgia incluyen las monografías y biografías que fueron lentamente reemplazadas primero por la enciclopedia Encarta y, posteriormente, por Google y Wikipedia.
Las loncheras de plástico, con personajes como el osito Bimbo o el Gansito de Marinela, también son un ícono de aquellos tiempos. Ni hablar de los crayones de marca Carmen, los Plumonitos de PaperMate, unos plumones mágicos que cambiaban de color al contacto con una tinta blanca, o las lapiceras en forma de pianito. Todo un arsenal de creatividad que hacía del regreso a clases un momento especial.
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Caminito de la escuela a la colección
Hoy, muchos de esos objetos que formaron parte de nuestra infancia se han convertido en artículos de colección. Desde las carpetas Trapper Keeper o las Lisa Frank, hasta las plumas BIC de cuatro colores, pasando por las gomas Pelican de dos colores (para borrar lápiz y tinta) y los lapiceros con puntas intercambiables o con olor a fruta.
Si eres generación Y te encuentras en medio del ajetreo por el regreso a clases 2024, este contenido es una invitación para asomarnos. Porque esas mochilas Samsonite, y todos los útiles escolares que nos acompañaron, no solo cargaban libros; cargaban sueños, aventuras y, sobre todo, recuerdos que hoy atesoramos con cariño.