Ayer, 1 de septiembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó su sexto y último informe de gobierno, un evento que no sólo marca un hito en el calendario político, sino que también refleja las estrategias de marketing político de su administración.
Más allá de los datos y cifras, este informe ofrece una radiografía de cómo el gobierno maneja su imagen y cómo se posiciona ante el electorado en un momento crucial de su mandato.
El informe del presidente López Obrador se presentó con un enfoque cuidadosamente elaborado para resaltar los logros de su administración. Desde el uso de gráficos llamativos y cifras prometedoras hasta la narrativa en torno a los avances en infraestructura y programas sociales, el informe se construyó como un producto diseñado para maximizar el impacto positivo en la opinión pública.
El Presidente indicó que con el programa Sembrando Vida se han apoyado 433 mil campesinos desde el principio del gobierno para cultivar sus parcelas. Sembrando vida “es el programa, que se oiga bien, que se escuche lejos, es el programa de reforestación más importante del mundo”.
Uno de los elementos más destacados en la estrategia de marketing político del informe fue la reiteración del mensaje de “cambio y transformación”. A lo largo del discurso, el presidente subrayó los logros en áreas clave como la seguridad, la economía y el bienestar social, posicionando estos avances como parte de un proceso continuo de transformación.
En este sentido, dijo que que dejará el sexenio tranquilo porque entregará la banda presidencial, por mandato del pueblo, a Claudia Sheinbaum, de quien dijo es “una mujer excepcional, experimentada y honesta”.
Agregó que es “de buenos sentimientos, de buen corazón, afín de los principios fundacionales de nuestro movimiento de transformación y auténtica defensora de la igualdad, de la libertad, la justicia, de la democracia, de la soberanía, Claudia Sheinbaum Pardo”.
Esta narrativa no solo pretende reforzar la imagen de un gobierno en constante progreso, sino que también actúa como un recordatorio de la promesa electoral inicial: un cambio radical respecto al status quo.
La administración de López Obrador ha sido consciente de la necesidad de mostrar resultados tangibles y medibles. En esta ocasión, el informe se centró en la presentación de datos que reflejan avances concretos, como la construcción de infraestructura y la implementación de programas sociales.
Destacó que, a pesar de la pandemia y de la crisis mundial desatada por la guerra entre Rusia y Ucrania, concluirá el sexenio con un crecimiento promedio del uno por ciento. “Vamos a terminar el sexenio con un crecimiento promedio del uno por ciento, algo verdaderamente excepcional ante un entorno económico extremadamente difícil en el país y en el mundo”.
Este enfoque responde a una estrategia de marketing que busca conectar con el electorado a través de logros visibles y cuantificables, en un intento por contrarrestar las críticas sobre la efectividad de sus políticas.
Otra pieza clave fue el énfasis en la transparencia y la cercanía con el pueblo. A través de un formato accesible y directo, el informe buscó proyectar una imagen de gobierno abierto y accesible. Esta estrategia se alinea con la necesidad de mantener la confianza de los ciudadanos, especialmente en un clima político donde la desconfianza puede ser un obstáculo significativo.
“Se desterró la corrupción en Pemex y se han reducido los costos de producción. (…) Refinerías han aumentado su capacidad a un millón 62 mil barriles, pasaron del 38 por ciento al 65 por ciento de su capacidad”, dijo el jefe del Ejecutivo federal.
El informe también sirvió como una plataforma para defender la agenda presidencial frente a las críticas de la oposición. Al presentar el informe en un contexto de creciente polarización política, el presidente López Obrador utilizó el evento para reafirmar su postura y criticar a quienes cuestionan su administración.
López Obrador remarcó que no hay un “narco Estado” como el que, acusó, se configuró en el sexenio de Felipe Calderón, además señaló que la percepción en materia de inseguridad es la menos mala en los últimos diez años. “Ahora no se reprime al pueblo, no se ejecutan masacres, no se tortura, no se desaparece a nadie, no se tolera la violación de los derechos humanos y tampoco existe un narco Estado, como el que se configuró en el sexenio antepasado”.
Al combinar un enfoque en resultados tangibles con una narrativa de cambio y transparencia, el informe busca consolidar el apoyo popular y fortalecer la posición del gobierno en un contexto político competitivo. Sin embargo, la efectividad de esta estrategia dependerá en gran medida de la percepción pública y de la capacidad del gobierno para traducir estos mensajes en una realidad concreta y duradera.