Las garantías que Uber ofrece a sus conductores han sido puestas en tela de juicio más de una ocasión durante los últimos meses. Desde ataques físicos y racistas hasta de asuntos de incumplimientos de contratos y pagos de tarifas menores, los problemas que ha enfrentado la empresa de movilidad se derivan de su poco interés por consolidarse como una empresa antes que simplemente como una plataforma de servicios.

Para la compañía, el tema no sólo reportar impactos negativos en términos de imagen y percepción de marca; su rentabilidad parece mostrar signos de debilitamiento ante esta situación.

La negativa de Uber por asumir sus responsabilidades como empresa empleadora, tan sólo en abril pasado, le reportaron gastos por 84 millones de dólares en la resolución de demandas a 385 mil demandantes que presentaron denuncias para ser reconocidos como empleados durante 2013.

De igual manera, la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FTC, por sus siglas en inglés) decidió multar a la empresa con 20 millones de dólares por prácticas laborales engañosas, después de que conductores de 18 ciudades estadounidenses denunciaron que la compañía los engañó con ganancias “desproporcionadas” y afirmaciones que no eran ciertas sobre el financiamiento para adquirir vehículos propios.

Asuntos como los anteriores ponen en manifiesto las pocas garantías que como prestadores de servicio tienen los conductores de Uber, los cuales han visto afectadas sus garantías y derechos más básicos en más de una ocasión.

A finales de 2015, un video en el que un pasajero golpea a un conductor de Uber se hizo viral en redes sociales, principalmente Youtube. El atacante resultó ser Benjamin Golden de 32 años, quien hasta el momento del incidente se desempeñaba como Marketing Manager para Taco Bell.

Caso similar ocurrió a principios de este alto cuando una pasajera agredió verbalmente a un conductor de raza negra en el en el distrito de El Bronx, en Nueva York, al que además amenaza con acusarlo de violación luego de que el chofer le pidiera descender del vehículo.

Este tipo de acciones han generalizado una tendencia que tiene que ver con exposición en diversas plataformas online de las grabaciones de las cámaras de control con las que se equipan varios vehículos Uber principalmente en Europa y Estados Unidos, como una forma que han encontrado los conductores para garantizar su seguridad y confiabilidad en temas tan delicados como robos, violaciones o abusos a los clientes que supondrían la pérdida de su fuente de ingresos.

De esta manera, la demanda de dispositivos dashcam se ha hecho recurrente entre los conductores no sólo de Uber sino de la mayoría de los servicios de taxi privados, quienes no sólo utilizan estos recursos para protegerse en caso de criticas no justificadas o agresiones por parte de los pasajeros; sino que además hacen eco de las sus malas experiencias en redes de gran alcance como Youtube, Facebook o Twitter.

Tan sólo en Reino Unido, el porcentaje de conductores que utilizó una de estas cámaras creció de 4 por ciento en 2014 a 9 por ciento durante 2015 de acuerdo con estimaciones de RAC.

Los principales jugadores del sector afirman que el crecimiento en la demanda de sus cámaras responde a la exigencia de choferes que trabajan para plataformas como Uber, quienes buscan documentar todo para evitar problemas mayores.

Aunque si bien esto supone ciertas garantías para los conductores, la realidad es que desde la óptica de los clientes se trata un elemento que compromete su experiencia de viaje y que pone en juego uno de los activos más valiosos en la era actual: su privacidad.

Uno de los grandes valores agregados que en un principio ofrecía Uber -tanto para clientes como para socios- era la seguridad y privacidad en cada viaje; hoy ese valor está en riesgo frente a una empresa que no desea asumir sus responsabilidades como un empleador masivo.

Para que Uber logre mantener la salud de su negocio tendrá que mejorar sus estrategias de gestión de recursos humanos más allá de lo que sucede dentro de sus oficinas. La aplicación con una base de empleados cercana a los 11 mil empleados -sin incluir a sus controladores- y con un valor de mercado en IPO calculado entre 28 y 70 mil millones de dólares para este año, no puede carecer de una estructura de control laboral robusta que proporcione el control y equilibrio necesarios para ofrecer un mejor servicio así como mantener su estructura de negocio con la inclusión de nuevos socios.