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Maria Alejandra Molina

Trumpismo: La sombra que acompaƱarƔ a Joe Biden

En una jugada polĆ­tica magistral,Ā  el aĆŗn presidente de los Estados Unidos Donald Trump, logrĆ³ ser catalizador para la ratificaciĆ³n de la jueza Amy Coney Barrett, en la Suprema Corte de la naciĆ³n.

Con ello , aseguraba la mayorĆ­a conservadora en el Poder Judicial, previendo un eventual escenario de una reƱida contienda electoral, que justificara, la posibilidad de que el conflicto se dirimiera en el Supremo de nuestro vecino del norte y que por ende, Ć©ste, al ser de mayorĆ­a conservadora, garantizara su reelecciĆ³n.

ĀæPODRƍA DONALD TRUMP CONSTRUIR UN CASO SƓLIDO ANTE LA SUPREMA CORTE?

Lo cierto es que conforme pasan las horas, el escenario inicial que imaginĆ³ el republicano,Ā  de dirimir el conflicto electoral en el Supremo, se disipa. Es muy poco probable el poder construir un caso sĆ³lido ante las Cortes distritales, estatales y finalmente apelar a la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos.

De acuerdo al Ćŗltimo reporte, Donald Trump cuenta con 214 votos electorales y Joe Biden con 279, ambos suman 493; faltan 4 estados por ser computados, que corresponden a 45 votos electorales adicionales; estos son : Alaska (3 votos), Arizona (11 votos ), Georgia (16 votos) y Carolina del Norte (15 votos).

ĀæESTƁ GARANTIZADO EL TRIUNFO DEL DEMƓCRATA?

Si Trump lograra ganar estos 45 votos electorales adicionales, sumarĆ­a 259, cifra que no alcanza la requerida para asegurar su reelecciĆ³n.
TendrĆ­a que, necesariamente, luchar en tribunales por Pennsylvania, para garantizar su victoria. PodrĆ­a argumentar fraude electoral y demandar la anulaciĆ³n de decenas de miles de votos, para asĆ­ arrebatarle a Joe Biden, los 20 votos electorales que representa la entidad;Ā  y que ya le fueron contabilizados al demĆ³crata.

Las probabilidades de que esto ocurra son mĆ­nimas, considerando que hasta el momento, no se han presentado pruebas de fraude electoral en ninguna entidad; y Joe Biden aventaja al republicano en Arizona y Georgia, estados que aĆŗn no han sido adicionados a los votos electorales de ningĆŗn contendiente.

El triunfo de Joe Biden es inminente, tal parece que lo Ćŗnico que falta es esperar al 14 de diciembre, como lo estipula la ConstituciĆ³n, para que los 538 miembros del Colegio Electoral voten y finalmente hagan oficial el triunfo del demĆ³crata.

UN PAƍS DIVIDIDO. EL TRUMPISMO LLEGƓ PARA QUEDARSE.

Donald Trump se niega a asumir su derrota,Ā  con lo cual podrĆ­amos imaginar , que la tradicional invitaciĆ³n a la Casa Blanca del presidente saliente al candidato ganador, no va a ocurrir.

A travĆ©s de su cuenta de twitter el republicano continĆŗa diciendo que esto se va a dirimir en tribunales y Harmeet Dhillon, parte del equipo legal de Trump, el sĆ”bado en entrevista con Fox News, sugiriĆ³ que hay evidencia de fraude, explicĆ³ que no revelarĆ” sus estrategias; asegurĆ³ que las demandas se van a introducir el lunes 09 de noviembre y dijo que el conflicto no se dirime en los medios, se dirime en la Corte.

Los resultados electorales muestran la creciente polarizaciĆ³n y la gran divisiĆ³n en relaciĆ³n a la ā€œvisiĆ³n de paĆ­sā€ que tienen los estadounidenses.

Muchos confiaban en las decisiones en materia econĆ³mica de Donald Trump y favorecĆ­an el nacionalismo que defendĆ­a el inquilino de la Casa Blanca. Su retĆ³rica belicista, la famosa frase ā€œVolvamos a Hacer a AmĆ©ricaĀ  Grande de Nuevoā€, que nos remonta a la Ć©poca del nazismo; la bandera de la migraciĆ³n como un problema nacional y como uno de los factores negativos , fundamentales y decisivos en la polĆ­tica estadounidense, dejarĆ”n huella en su base mĆ”s acĆ©rrima y en aquellas mentes donde sus palabras aĆŗn reverberan.

Para nadie es un secreto que las grandes crisis econĆ³micas favorecen el discurso nacionalista, xenĆ³fobo y racista. Donald Trump capitalizĆ³ un sentimiento que venĆ­a gestĆ”ndose desde hacĆ­a ya varios aƱos; el sentimiento de un pueblo descontento por una crisis econĆ³mica heredada de un republicano, y asumida por un afrodescendiente. Para una gran parte de la poblaciĆ³n, el autor de la crisis de 2008 habrĆ­a sido Obama y no Bush, y eso lo capitalizĆ³ muy bien Donald Trump, tal como lo hiciera el partido Nazi cuando finalmente logrĆ³ dos escaƱos en el Parlamento AlemĆ”n luego de la Gran DepresiĆ³n de 1930.

La imagen del magnate se transformĆ³ en una figura de poder y de un progreso efĆ­mero, de aquel que , cuĆ”l locomotora sin frenos, se lleva todo a su paso, pero acaba estrellĆ”ndose irremediablemente. Tanto su polĆ­tica interior como exterior estuvo siempre marcada por el principio maquiavĆ©lico :-ā€œel fin justifica los mediosā€.

El discurso de odio imperante en los Ćŗltimos 4 aƱos, sellĆ³ un sentimiento en casi la mitad de la poblaciĆ³n estadounidense. En aquellos blancos extremistas que consideran que las minorĆ­as vinieron a destruir a AmĆ©rica; en los cubano – estadounidenses que consideran que el comunismo, que destruyĆ³ y separĆ³ a sus familias, estĆ” cada vez mĆ”s cerca de apoderarse del ā€œPaĆ­s de Libertadesā€ que alguna vez les abriĆ³ las puertas; en aquellos policĆ­as que piensan que la mayorĆ­a de los inmigrantes y de los afrodescendientes son criminales; y en todos aquellos que con una visiĆ³n sesgada, piensan que el problema siempre serĆ” del otro.

El Trumpismo llegĆ³ para quedarse. El discurso del demĆ³crata Joe Biden, el de un candidato que esgrime serĆ” el presidente de todos los estadounidenses, ese discurso de uniĆ³n y de sanaciĆ³n del alma de una naciĆ³n, no serĆ” suficiente para borrar las profundas heridas de un paĆ­s dividido. Ni en 30 aƱos SudĆ”frica ha sido capaz de borrar las heridas de la sombra de un pasado que aĆŗn permanece latente, ni en casi 22 aƱos Venezuela ha logrado borrar la huella del Chavismo, que destruyĆ³ al paĆ­s con las mayores reservas de petrĆ³leo del mundo.

UNA NUEVA ERA.

Se necesitarĆ”n dĆ©cadas para que el legado de Trump se borre de la mente de los estadounidenses, y para que las minorĆ­as dejen de ser vĆ­ctimas de los ataques constantes, de aquellos que piensan, tienen la razĆ³n.

Joe Biden gobernarĆ” un cuatrienio con un Senado sin mayorĆ­a y con una Corte Suprema de talante conservador. Dada su avanzada edad, es muy probable que no pueda garantizar la reelecciĆ³n.

El Trumpismo, con su llegada, dejĆ³ atĆ³nito al mundo;Ā  la democracia, la verdad y la justicia, eran vistas de soslayo, por un presidente que se encargĆ³ de desacreditar y pisotear los valores de los padres fundadoresĀ  de la primera potencia del mundo y del ā€œPaĆ­s de Libertadesā€.

Fue conmovedor ver a uno de los anclas de una cadena de noticias estadounidense en lĆ”grimas, cuando apenas se confirmaba el triunfo del demĆ³crata; sus palabras seguramente permanecerĆ”n en la memoria de muchos. El periodista, visiblemente afectado, dijo que ahora serĆ” mĆ”s fĆ”cil para Ć©l, ser padre, el poderle decir a sus hijos que el carĆ”cter importa, que ser una buena persona importa, que decir la verdad importa.

Sin duda para el mundo comienza una nueva era, una era donde los valores tradicionales cobran relevancia, una era de diƔlogo y entendimiento, una nueva etapa de un discurso comedido y conciliador.

Veremos a un Estados Unidos regresar al ā€œAcuerdo de Parisā€, al ā€œAcuerdo Nuclearā€ con IrĆ”n, a la OrganizaciĆ³n Mundial de la Salud, a un acuerdo comercial con China que favorezca a ambos paĆ­ses. MĆ©xico perderĆ” la oportunidad de capitalizar la guerra comercial de Estados Unidos con el gigante asiĆ”tico; y probablemente tenga un costo polĆ­tico, el que el primer mandatario mexicano no haya querido reconocer el triunfo del candidato demĆ³crata, hasta que se diera a conocer un resultado oficial; a pesar de las felicitaciones enviadas a Joe Biden por parte de mĆŗltiples mandatarios a nivel internacional.

AĆŗn estĆ” por definirse su postura ante gobiernos dictatoriales como el de Venezuela, un rĆ©gimen que ha ocasionado millones de refugiados y desplazados por una crisis sin precedentes. Parte de su polĆ­tica exterior apenas se vislumbra, sin embargo, de lo que si podremos estar seguros, es del retorno de la diplomacia en la retĆ³rica de nuestro vecino del norte.

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