La décima cumbre de los gobernantes del norte de América, donde tres líderes con formación diferente y con realidades opuestas se dieron cuenta que deben aprender a convivir ante el embate de los otros bloques continentales, finalizó.
Biden, López Obrador y Trudeau, decidieron reunirse para dirimir y homologar sus agendas en torno a una mesa donde la lógica no fue la invitada de honor, pues los temas ideales para unir esfuerzos para volver a reconectarse comercialmente hablando y hablar de un mismo concepto de democracia, no fueron abordados a plenitud.
La variedad de temáticas que los equipos de cada país prepararon para sus jefes no les permitió seleccionar lo crucialmente importante, diría Franklin Covey en su ilustrativo libro llamado Las 4 disciplinas de la ejecución, en donde su principal recomendación es ubicar todas las metas por cumplir dentro de una organización o país, solo UNA.
Al tener una sola idea en la cabeza, un estratega será capaz de movilizar a su institución hacia el éxito prediciendo los cómo, llevando después un correcto balanced scorecard para medir los avances y realizando al final del proceso, las sesiones de seguimiento y análisis para revisar los éxitos. La 4DX es sin duda, un modelo ordenado para el desarrollo.
Pero… cuando a Joe Biden solo le interesa hablar sobre el anudado problema de la migración y la producción de fentanilo, a López Obrador, la integración de Latinoamérica y a Justin Trudeau el apoyo para las energías limpias y el fortalecimiento de las cadenas de suministro, ¿qué se puede hacer?
Cada uno de los tres amigos, así se le denomina a esta mini-cumbre, llegó con las presiones de su electorado y los medios de comunicación para demostrar que lo que prometieron en sus campañas puede concretarse pues es sabido que la política es tiempo y aún, cada uno de los tres legados, no se ha cristalizado.
La reunión ante los ojos del mundo es trascendente dado que a México un presidente americano no había venido en 10 años con la firme idea de buscar el trabajo conjunto. Sin duda, el principal logro es político, pero no se traduce en beneficios concretos en el corto plazo.
La regla número uno del cabildeo indica que para una buena negociación hay que saber identificar a los aliados y motivarlos a trabajar bajo una causa común. Estas sesiones contaron con este punto.
La segunda regla del lobbying efectivo nos muestra que es menester formar una coalición con la clara definición de sus miembros fundadores, jugadores técnicos y agregados periféricos que les permita trabajar en armonía y rumbo claro. Aquí tenemos una oportunidad.
Finalmente, se debe crear una red temática en donde se integren todos los temas prioritarios, pero bajo una sola meta denominada, la meta crucialmente importante. Este es el reto.
Nos encontraremos más adelante.