-
El canciller mexicano reiteró varias veces que México seguirá su política de no-intervención
-
Varios expertos han defendido que la salida del político de Bolivia fue forzada por el Ejército y, por tanto, representa un Golpe de Estado
-
Otros creen que, como no se derivó de una sublevación armada, el término no aplica
La situación en Bolivia continúa volviéndose más caótica. Después que el presidente de la nación latina, Evo Morales, fuera forzado a retirarse del poder por las Fuerzas Armadas el entorno político internacional se ha puesto más tenso. Varios periódicos de todo el mundo calificaron los acontecimientos como un Golpe de Estado, mientras que otros se enfocaron en el estado de caos del país. En medio de este revuelo, México ha tenido un papel muy activo.
Notas relacionadas
- Nuevos productos que hacen crecer a México
- ¿Qué pueden indicarnos las preferencias de los consumidores de noticias en México?
- Grin quiere corregir su camino en México y lanza Prime
Inicialmente el canciller Marcel Ebrard recibió más de dos decenas de solicitudes de asilo de varios funcionarios bolivianos afines al presidente Morales, según Político. Hace unas horas, el político también aseguró, de acuerdo con 24 Horas, que el Gobierno de México no reconocería al gobierno militar que se instauró en Bolivia después del Golpe de Estado. Incluso dijo, en datos de Milenio, que los eventos significan un retroceso al proceso democrático de la región.
Pero la labor diplomática del político no ha terminado ahí. Después de ofrecer abiertamente a Evo Morales refugiarse en México, como informa RT, parece que el ex-presidente ha aceptado la propuesta. El Universal confirmó que el mandatario sudamericano se puso en contacto con la administración de Ebrard para aceptar su propuesta. El canciller apuntó que también se solicitará el apoyo de la ONU. Esto, porque se considera que la vida del hombre corre peligro.
El conflicto político de Bolivia, en las últimas horas
Desde que se dio a conocer que Evo Morales abandonaría su puesto como presidente tras la presión del Ejército, el mundo no ha dejado de hablar de la situación en Bolivia. Algunos expertos en política, entrevistados por El País, han debatido sobre si en realidad fue un Golpe de Estado o no. Al mismo tiempo, varios países, entre ellos México, Siria, Venezuela, Cuba, algunos partidos de España, al igual que Colombia y Argentina, desaprobaron los eventos.
Tras la salida de Evo Morales, la futura presidente interina de Bolivia, Jeanine Añez, anunció que llamará a nuevas elecciones próximamente. Asimismo, la ex-segunda vicepresidenta de la Cámara de Senadores de Bolivia aseguró que para el próximo 22 de enero habrá otro político en funciones al mando del país. Se espera que la experta llame a juntas extraordinarias de la Asamblea local, con el fin de determinar quiénes ocuparán los puestos que están vacantes.
Varios medios, entre ellos Sputnik y Telesur, aseguraron que el conflicto político continuó en Bolivia a pesar de la salida de Evo Morales. Ambos reportan que las agresiones y encuentros entre varios miembros de la población continuaron a lo largo del país. Cuerpos de policías se dieron a tarea de continuar frenando las marchas y muestras de apoyo o rechazo al gobierno. Mientras tanto, varias personas se dedicaron al saqueo y ataque a domicilios en todo el país.
¿Qué sigue para México, Bolivia y Evo Morales?
De inicio, Marcel Ebrard apuntó que se hizo la solicitud al Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia para asegurar la llegada a salvo del político boliviano a tierras mexicanas. No se ha dado una fecha cuando podría darse la llegada de Evo Morales. Al mismo tiempo, el canciller aseguró que está al pendiente de la población de México radicada en el país sudamericano. Fuera de estos detalles, no es tan claro cómo seguirá evolucionando el proceso general.
Lo que se podría ver en un futuro cercano sería, con la llegada de Evo Morales a México, establecer un diálogo con la nueva administración en Bolivia para restablecer el gobierno. Tal vez, con una labor diplomática suficientemente buena, permitir que se vuelvan a celebrar elecciones tal y como el presidente sudamericano había prometido en un inicio. En el peor de los casos, es posible que el ya ex-mandatario tenga que pasar el resto de sus días en exilio.