Irreverencia o paradoja, la acción de transformar
podríamos acostumbrarnos a discutirlo todo
diseñados para no cambiar cambiando sin querer.
Quienes crecimos reconociendo causas que formaban parte de una obviedad, casi por natura asumíamos ciertas cosas respecto del entorno económico y social de este país. Casos como el de la inflación, el tipo de cambio, el precio del petróleo entre otros. En la mayoría de estos ejemplos la población se sumergía en una gran pecera en la que todo se tamiza, solo ahí dentro encontrábamos el refugio idóneo que de modo pragmático descubre y a la vez nos empuja a justificar los hechos. En uno de esos ejercicios básicos en economía se calculaba en la orla la pérdida de valor de nuestra moneda. Imagina la moneda de un país que pierde su valor por más de mil veces en 30 años.
La demanda de productos después de la pandemia es uno de los factores principales de las altas inflaciones en el mundo, o tal vez, la incapacidad de generar los productos y servicios en los ámbitos locales. ¿Estamos ante un redimensionamiento del concepto de “Globalización” pasando a una forma “Regional” de anodizar la economía? Salta a la vista que la llamada fábrica del mundo (China) fue incapaz de serlo ante una crisis global. Una situación tan específica como la de un “bicho” invisible revolucionó en meses lo que podría habernos llevado algunos lustros. Hoy escuchamos con recurrencia ideas sobre de replantear la capacidad de producción en el norte de nuestro continente, no es casual, leer temas relacionados con reestructurar uno de los tratados económicos y políticos más importantes del orbe; México, Canadá y los Estados Unidos de América figuran un territorio repleto de recursos naturales y económicos. Esta realineación de propósitos no da margen para el fracaso, contamos con los ingredientes para confabular una segunda “fábrica del mundo” y por qué no, pasar de clientes a productores de materiales y servicios.
El “Laberinto de la soledad” descrito por el maestro Octavio Paz, se podría estar transformando en otro de mayor tamaño, pero, en compañía de un par de gigantes. Las probabilidades de encontrar el camino parecen ser mayores que las posibilidades en coyunturas como la de este presente. Aunque el riesgo de sufrir una metamorfosis al estilo Kafkiano siempre siempre asiste acechando bajo las sombras tras una puerta mirando sin entender. La transformación propuesta alba tras alba, nos confronta, no con un presente turbio sino con la idea de un futuro posible que hoy parece mejorar en probabilidad.