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Para su próxima edición, la Consumer Electronics Show (CES) quiere estandarizar sus políticas hacia el contenido sexual. De acuerdo con The Verge, el evento ahora aceptará oficialmente la inclusión de dispositivos y juguetes sexuales en su ceremonia de premiación a la innovación. Todos los aparatos deberán incluir “tecnología nueva o emergente” para ser considerados.
Asimismo, la CES reforzará sus medidas ante el contenido o vestuario sexualmente sugerente en el piso de exposiciones. Aquellas compañías que empleen promotoras y edecanes con conjuntos inapropiados para atraer la atención de los visitantes perderán algunos privilegios para futuras ediciones del evento. También se aplicarían de forma más estrictas aquellas reglas que impiden la exhibición de materiales e innovaciones pornográficas.
CES y el sexo: una relación compleja
Estas decisiones responden a controversias en ediciones pasadas. En la CES 2019, se le retiró su premio a la marca Lora DiCarlo por un juguete sexual. Esto, debido a que los lineamientos impedían la participación de estos dispositivos. Y a pesar de las prohibiciones, varias compañías pornográficas se han presentado en la exposición por años. También es común que las marcas rompan las reglas sobre vestuario inapropiado con los equipos de promoción.
No solo CES se ha enfrentado a este tipo de polémicas. A pesar de la creencia que el sexo vende está profundamente enraizada en la cultura popular, las marcas lentamente se han alejado de este tipo de recursos. Aquellos proyectos o compañías que todavía se atreven a emplear estas estrategias, suelen generar amplia controversia entre el público general. A eso debe sumarse que la lucha contra el acoso sexual ha incrementado las tensiones en el ámbito.
Por otro lado, es innegable que la industria del sexo es uno de los principales impulsores de tecnología. Así, la decisión de la CES parece prudente. Por un lado, prohibir cualquier iniciativa relacionada con el ámbito sexual impediría el desarrollo y reconocimiento de los avances tecnológicos menos convencionales. Al mismo tiempo, es necesario marcar una línea clara entre lo que es aceptable y lo que no.
Lo único que debe hacer ahora la CES es cumplir estrictamente con estos parámetros. De lo contrario, volverá a caer en nuevas controversias por su acercamiento a la tecnología sexual. Y, en ese sentido, puede terminar por afectar su reputación como evento referente en la industria.