En lo que va del año, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) ha estado especialmente inmersa en las conversaciones de los consumidores.
La razón no es otra más que la constante búsqueda de las personas por obtener el justo beneficio por cada compra realizada.
Si bien este aspecto no es nada nuevo, la realidad en tiempos de crisis como el que ahora se vive, el consumidor es especialmente sensible a la relación costo-beneficio que las marcas sean capaces de entregar.
Exigencia por lo justo
Entender al consumidor en este sentido es crucial. Aunque el 36 por ciento de los consumidores asegura que, una vez pasada la pandemia, según un estudio de Psyma, comprará de manera normal al pasar la contingencia, la realidad es que su comportamiento mostrará algunas discrepancias.
EL factor que jugará un rol protagónico es el sentimiento de afectación que se traducirá en una exigencia peculiar para las marcas.
Desde Mindshare destaca que a nivel mundial tres de cada diez personas aseguran estar “muy afectados” económica por los efectos que dejó la crisis sanitaria.
El sentimiento se hace especialmente mayor en mercados como India (85 por ciento), México (79 por ciento) y Singapur (77 por ciento).
Ante esto queda claro que las promociones, precios accesibles y todo aquellos que resalte el valor de la formula precio-beneficio se verán fuertemente favorecidos.
De hecho, desde Kantar indican que el porcentaje de personas que dicen que “prestan más atención a los precios” aumentó desde el 59 por ciento en las primeras fases de la epidemia hasta el 68 por ciento al momento.
Este tipo de señalamientos pone en duda la capacidad y compromiso de las marcas por cumplir este elemento, que en términos de marketing es vital.
Los “engaños” del 2020
En medio de este contexto, han llegado los señalamientos a cientos de marcas por parte de la Profeco, en donde desde aspectos relacionados con errores en el etiquetado e ingredientes no declarados hasta menores porciones entregadas a las indicadas en el empaque, han sido los “engaños” a los que ha estado expuesto el consumidor.
Si bien el caso mas reciente tuvo que ver con marcas de queso y yogurt, lo cierto es que en lo que va del año, la Profeco ha señalado a otras categorías que vale la pena recordar:
- Yogurt para beber: diversas marcas fueron señaladas por la Profeco al tener altas cantidades de edulcorantes, además de que no cumplir con el porcentaje de proteína mínimo para clasificar como yogurt y presentar etiquetados con errores.
- Jamones de pavo y de cerdo: señalados por contener, de manera general, soya y carne de pollo sin indicarlo, además de entregar porciones menores a las señaladas en el empaque. Además, el etiquetado carece de veracidad al contener palabras como extrafino o fino, a pesar de que los productos contienen fécula de papa, maíz o chícharo o utilizan carragenina.
- Salchichas: en sus presentaciones de pechuga de pavo, hot dog, viena o cocktail que incumplen con la normatividad, no dan información veraz, contienen soya y no declararlo o afirman ser light, pero en realidad presentan un alto contenido de grasa y calorías.
- Bebidas carbonatadas: fueron señalados por superar los niveles de azúcares al día recomendados así como altos niveles de cafeína.
- Mantequillas: se identificaron algunas marcas en la categoría que no podrían ser parte de la misma ya que contienen contienen grasa vegetal o grasa que no es de leche. Adicional hay algunas que dicen ser reducidas en grasa sin serlo.
- Quesos: los productos fueron señalados por no ser “100 por ciento leche” aunque así lo especifican, mientras que algunos otros no detallan que no son 100% de leche porque adicionan grasas vegetales, no especifican el valor nutrimental, no declaran los ingredientes, no detallan el país de origen, e incluso algunos traen menos producto de lo que declaran la etiqueta.
- Aguas: particularmente aquellas con sábila o aloe vera, mismas que fueron señaladas por no tener el extracto de esta planta o incluir apenas un 0.01 por ciento.
- Licores: señalados por tener más alcohol del máximo permitido e indicar en sus etiquetadas un grado menor de este ingrediente.
- Cremas comestibles: no cumplen con los porcentajes para ser catalogadas como tal, tienen menor contenido del que indican en sus envases y tienen una mayor cantidad de grasa vegetal y no pueden denominarse crema.
- Carne para hamburguesas: tanto de res como de pollo, estos productos fueron señalados por contener soya, piel de pollo y carne de cerdo que no se señalan en el etiquetado.
- Atún: los productos fueron acusados de contener más soya que pescado.
- Bebidas vegetales de coco, soya, almendra, avena: se señalaron por contener más agua, azucares, grasas y proteínas que el principal valor que ofrecen.
- Aceites gourmets: entre estos se consideraron algunos ccomo los de ajonjolí, aguacate, cacahuate, de olivo y de semilla de uva que en realidad están adulterados con aceite de cártamo, de soya o canola.