Para nadie es un secreto que los médicos ya no son como antes y no solo es percepción. Es una cuestión generacional, sin duda, pero también es un asunto de falta de interés por la cultura general y, paradójicamente, hasta por el prójimo. Richard Kapuscinsky decía que para ser un buen periodista primero había que ser buenas personas, con lo cual estoy totalmente de acuerdo, pero lo mismo aplica para los galenos.
Hace poco se presentó la tercera edición de “El reto de ser médico”, una obra que invita a la reflexión sobre los desafíos y la evolución de la medicina en tiempos actuales. En un contexto donde la salud enfrenta una escasez global de más de 18 millones de profesionales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS); este libro, patrocinado por Chinoin, busca subrayar la necesidad de una educación médica continua y un compromiso ético renovado.
Durante la presentación de la obra, figuras clave como el doctor Alberto Lifshitz, presidente de la Academia de Escritores Médicos, y el doctor Jaime Cama, gerente médico de Chinoin, discutieron la relevancia de proyectos como éste para la medicina mexicana. Lifshitz destacó que, aunque la educación es vital, la pandemia de Covid-19 reveló su verdadero valor, exponiendo tanto las vulnerabilidades como la fortaleza de la sociedad frente a las adversidades.
El libro, coordinado por el doctor Francisco González Martínez, director de Educación del Hospital General de México (HGM), y el profesor Miguel Eduardo Rueda, ofrece perspectivas variadas sobre la práctica médica actual, abordando temas como el síndrome de burnout y las lecciones aprendidas de la pandemia.
En un mundo donde la tecnología avanza rápidamente, “El reto de ser médico” busca recordarle a los profesionales de la salud la importancia de equilibrar innovación tecnológica con el humanismo que mencionábamos al principio de la columna. De igual forma, de ahora en adelante será crucial la manera en cómo los médicos gestionarán la comunicación con sus diferentes audiencias, pero en especial con sus pacientes.
Durante la presentación, se destacó que la medicina no solo consiste en manejar herramientas avanzadas, sino también en cultivar la empatía y el compromiso con el bienestar de los pacientes, que es algo que se ha ido olvidando paulatinamente.
La obra incluye 80 páginas adicionales con nuevas reflexiones que complementan las ediciones anteriores de 2009 y 2017, brindando a los médicos en formación y a los más experimentados herramientas para enfrentar los desafíos presentes y futuros de la profesión.
A su vez, el doctor González Martínez resaltó que ser médico no se limita a obtener un título, sino que requiere vocación y actualización continua. En este sentido, la pandemia de Covid-19 demostró la importancia de una preparación robusta y flexible para responder adecuadamente a crisis sanitarias.
Por su parte, Joaquín J. López Bárcena, presidente de la Academia de Educación Médica (AEM), subrayó la necesidad de una educación médica dinámica, especialmente tras la falta de evidencia científica al inicio de la pandemia. Este tipo de iniciativas refuerzan el compromiso de Chinoin con la calidad de la atención médica en México.
En suma, “El reto de ser médico” no solo es un libro, sino una fuente de inspiración y una guía para los médicos que enfrentan un mundo cada vez más complejo. Es un recordatorio de la dedicación y el esfuerzo que implica ser médico en el siglo XXI, donde la tecnología y el humanismo deben caminar de la mano.
Más allá de la baja estatura
La semana pasada se llevó a cabo una conferencia de prensa donde se abordó el tema de la acondroplasia, una enfermedad genética poco frecuente que afecta a uno de cada 25 mil nacimientos.
En la conferencia estuvieron presentes tres genetistas, dos mexicanos (Emiy Yokohama y Alberto Hidalgo) y uno brasileño, el doctor Juan Llerena.
Según expertos, es una condición multisistémica, debilitante y progresiva que requiere atención médica desde edades tempranas. Esta enfermedad afecta el crecimiento óseo, causando estatura desproporcionada, curvatura en la columna vertebral y macrocefalia.
Y es que la Cofepris aprobó recientemente la vosoritida, un medicamento innovador que mejora la altura y proporcionalidad de los niños con acondroplasia. Este avance marca, por sí mismo, un hito en el tratamiento de la enfermedad.
El estudio LISA, que analizó la calidad de vida de personas con acondroplasia en América Latina,
eveló que el 53% de los niños sufre dolores físicos, mientras que el 27% de los adultos reporta ansiedad o depresión severa.
Aunque la vosoritida ya está disponible en el mercado privado, aún debe ser incluida en el sistema de salud pública para beneficiar a más niños en México. Este avance ofrece esperanza para mejorar la vida de quienes viven con esta enfermedad.
El botiquín
● ¿Y ahora qué se aprobó la Reforma Judicial, quién podrá ayudarnos? ¿A dónde se irán las inversiones? ¿A América Central, Colombia?