El líder de la música en streaming, Spotify, se está preparando para un debut bursátil potencialmente adverso por una llegada poco ortodoxa a la Bolsa de Nueva York. “No tengo dudas, habrá altibajos”, escribió Daniel Ek, presidente de la compañía, horas antes del comienzo de las operaciones.
Si todo se mantiene igual a lo que sucedió el lunes en el comercio informal, el precio de las acciones de Spotify rondarán los US$ 132, lo que le daría a la compañía un valor de más de US$ 23 mil millones.
En febrero pasado, la compañía fue valuada en alrededor de US$ 20 mil millones basándose en transacciones de acciones privadas entre inversionistas.
“Nada sucede en una línea recta, los últimos 10 años me han enseñado eso”, escribió Ek, cofundador y CEO de la compañía sueca, en una publicación en el blog de la empresa el lunes 2 de abril por la noche. Este es el resto de la carta:
“Por supuesto, estoy orgulloso de lo que hemos construido en la última década. Pero lo que es aún más importante para mí es que el día de mañana [por este martes 3 de abril] no se convierta en el día más importante para Spotify. Es el día después y el día siguiente lo que importa, y todos esos días por venir.
Porque es entonces cuando continuaremos el trabajo duro e importante de nuestra misión: desbloquear el potencial de la creatividad humana, dando a un millón de artistas creativos la oportunidad de vivir de su arte y miles de millones de fanáticos la oportunidad de disfrutar e inspirarse.
Spotify no está recaudando capital, nuestros accionistas y empleados son libres desde hace años de comprar y vender nuestras acciones. Entonces, si este martes nos pone en un escenario más grande, no cambia lo que somos, lo que somos o cómo operamos”.
La llegada a Wall Street es poco convencional porque la compañía ha estructurado la cotización bursátil de forma tal que permitirá que los inversionistas existentes vendan directamente al público las acciones, sin ofrecer nuevas acciones propias. Es un caso de prueba que es seguido de cerca por otras firmas tecnológicas multimillonarias.
Al descartar la contratación de bancos de inversión como suscriptores o la celebración de eventos promocionales tradicionales con inversionistas institucionales (no habrá nadie tocando la clásica campanita), esto podría llevar a una volatilidad comercial extrema cuando comience la negociación formal, según los analistas.