Por Camila González
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@GFCam
Mientras media humanidad, actuando como robots, abrió sus perfiles en Papá Facebook para comunicarse con los demás -casi únicamente a través de esta vía- y para hacerle saber al resto lo felices que son, siempre se ha sabido que la red social lucra con nosotros. Claro, Papá Facebook es la caja de pandora de la mercadotecnia más grande y próspera del mundo. Sin mover un dedo, millones estamos inscritos en sus filas, abriendo nuestras vidas privadas, me refiero incluso a que develamos quiénes somos, qué nos gusta y qué no, qué pensamos, etc.
Tal cual, somos productos que ya tienen su código de barras y, mientras posteamos contra el maltrato a los animales o los horrores en Siria y Paris, ya estamos ubicados casi en la más grandes estantería de análisis de mercados y publicidad para las marcas comerciales. Lo interesante es que dos investigadores españoles de la universidad Carlos III de Madrid desarrollaron una herramienta llamada Personal Data Valuation Tool, a través de la cual cada uno de nosotros puede saber su precio exacto en el mercado.
Pues estos señores dicen que nuestro precio depende del país del que seamos. Los latinoamericanos y orientales somos más “chafas” que los europeos, por su puesto. Al parecer los ingleses y franceses son bien costosos, más si pasan los 50 años de edad y sube su poder adquisitivo. Otra cosa, nada rara, los clics de los internautas masculino son más caros que los nuestros. Y si las personas hacen ejercicio, y son “gringas” se vuelven productos gourmet para los compradores de información.
Suena impactante, pero cuando hablábamos de que en esta guerra de hoy día hay muertos más valiosos que otros, no estábamos nada lejos. Lo que pasa es que el precio lo traemos siempre pegado, con o sin guerra. O bueno, sí, en medio de otra guerra fría y pavorosa que es la guerra de las grandes marcas sin las cuales ya no podemos vivir.
Lo cierto, no costamos lo mismo. Hay niveles… para Papá Facebook.
Qué asco de mundo.