Debido a los diferentes trabajos que he desempeñado, y a los diversos foros que he asistido dada mi profesión, he tenido que escuchar varias y múltiples teorías sobre “lo que está mal en México”.
Me ha tocado escuchar desde teorías que podrían tener cierta lógica, hasta las mafufadas más grandes que he escuchado en mi vida. Sin embargo, aquello que veo con frecuencia es el error garrafal en el planteamiento del problema.
Es decir, es muy complicado que un medicamento surta el efecto deseado cuando el diagnóstico es erróneo. El medicamento puede ser el mejor antidiarreico del mundo, pero si lo que se tiene es sinusitis; lo que se va a conseguir es una congestión brutal en dos vías distintas. Ello no es culpa de la medicina, sino del diagnóstico.
Me refiero a esto en estos momentos (y aprovechando que no estamos en época electoral para que no me acusen de afinidad con algún color en particular), debido a que con frecuencia se mantiene que México es un país pobre y que su población en su mayoría es paupérrima. Muchos intelectuales y gente preparada te miran con desdén cuando refutas la famosa cifra que todos dan. Dicen de manera tajante y lapidaria: “más de la mitad de la población en México es pobre”. (dependiendo del interlocutor, el porcentaje oscilará entre el 50 y el 60%)
Según datos de la AMAI (Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión) los niveles socioeconómicos (en su medición más reciente) se distribuyen en la siguiente manera:
Si “traducimos” esto a lenguaje más coloquial, podemos decir que los ricos de México son el 6.8%, y los “pobres” (lo entrecomillo, pues no me gusta el término, prefiero hablar de niveles socioeconómicos, pero es como se habla en estos discursos) son el 5%. Los demás son entregrises de clases medias.
Hay quienes argumentarán que el nivel E es el más bajo y que D, aunque alcanza a cubrir todas sus necesidades, debe ser considerado “pobre”. Si asumimos esto nos da un 26.4 %, lo cual no es suficiente como para argumentar más de la mitad.
Habrá quienes argumenten que los “pobres” son todos aquellos que estén por debajo del nivel C, ya que son aquellos que aunque cubren todas sus necesidades, carecen de todo tipo lujo. Ello nos daría un 44.9%, que aunque alto, tampoco llega a la mitad de la población.
Entonces ¿de dónde viene el 60%? ¡fácil! Viene de estadísticas atrasadas. Desgraciadamente, muchos de nuestros intelectuales y comunicadores quedan atrasados; no se actualizan, y siguen manejando estadísticas caducas.
Muchos incluso aún no se han enterado de la inclusión del Nivel C- en México (lo cual debería de haber sido un notición, ya que elimina un salto de nivel socioeconómico en la escala nacional, lo cual estabiliza a la sociedad) y fuera de medios especializados (como éste) no vi mayor revuelo.
La realidad es que, a pesar de muchos de los sucesos que han ocurrido en los últimos años, e incluso, en las últimas semanas, el hecho es que económicamente México ha progresado enormemente. El nivel educativo ha aumentado, el nivel de ingresos se ha redistribuido y el progreso es incuestionable. También es un hecho que no hemos llegado a donde la mayoría queremos o a los niveles ideales. Pero el diagnosticar políticas públicas diseñadas para un país pobre, en un país de ingresos medios, lo único que generará es que los problemas reales no se resuelvan y se invierta dinero bueno, en programas malos.