Santiago, Chile.- Las nuevas generaciones jamás entenderán aquellos mails que compartimos entre adultos, muertos de nostalgia  y que hablan de épocas anteriores a los noventa, en las cuales toda la comunicación se realizaba cara a cara o bien por teléfono. La Internet cambió el mundo, dando vida a la Generación 2.0, a los nativos digitales y a otros grupos que cada día se vuelven más importantes para la sociedad. Pero no todo es un milagro, más aún cuando el uso de la tecnología está sujeto a los vaivenes emocionales de las personas. En esos casos, todo puede suceder.

Han pasado algo más de 20 años desde la masificación de la Internet y nadie, en esa época, podría haber imaginado los arrepentimientos que podrían causar en todo tipo de profesionales, la inmediatez de la tecnología.

Dejando de lado la típica llamada pasado de copas a medianoche, publicación en Facebook incluida, para decir que aún se ama al o a la ex, situación que hubiera sido inimaginable hace dos décadas -porque el celular no era lo que es ahora y los teléfonos fijos despertaban a toda la familia – descubrimos que existe una serie de situaciones provocadas por o como consecuencia de las redes sociales que a ratos son inmanejables.

El pánico de compartir algo en forma accidental. En el trabajo, la mente de la mayoría de los profesionales y sobre todo los marketeros, vuela a mil. Entonces cuando llega un mail masivo, con un comentario desagradable que puede ser de un jefe o de un cliente y tú mueres por responder una broma para que tus compañeros aligeren el día, tienes dos opciones sanas: no hacerlo o pensar muy bien antes de apretar el botón de respuesta. Porque hay una pequeña diferencia en decir “¡Este tipo está definitivamente loco de patio!” a un amigo, que decirlo para toda la agencia y al mismo cliente. Si, la tentación existe, pero es mejor evitarla.

La paranoia. Si bien esto se da con mayor frecuencia en los adolescentes, es necesario tener mucho cuidado con los comentarios que se hacen en las cuentas de redes sociales a título profesional. En estos tiempos de globalización, nada que tú escribas es privado y si te dedicas a descuerar a alguien, más de algún personaje sensible –incluidos jefes y clientes- pueden pensar que estás hablando de ellos. Los comentarios de crítica indirecta nunca son buenos, porque generan paranoia y nadie quiere más de la que tiene a diario ¿o sí?

La violencia de una fama inesperada. A veces no somos responsables por lo que sucede a nuestro alrededor. Aún así, nos convertimos en el centro de la atracción de redes sociales, lo que puede ser un milagro o una maldición. Así lo han comprobado artistas como Justin Bieber o Lindsay Lohan, quienes no pueden cruzar ningún límite, sin que el mundo se entere. Ellos están acostumbrados, la gente común no.

¿Te acuerdas del hombre “ridículamente fotogénico”? Es el caso emblemático de lo anterior. En agosto del 2012, Zeddie Little corrió la maratón y fue capturado en una foto aleatoria mirando directamente a la cámara. Un amigo tituló  en Flickr la imagen como la del tipo “ridículamente fotogénico”. Ese sólo comentario le valió miles de visitas, entrevistas en televisión, una en Good Morning America, como toda una celebridad. Incluso lo llamaron “el hombre que todos aman”. No sabemos qué será de él ahora, pero aunque viaje a Venus, quedará con el apodo y nada más importará en su historia.

En resumen, lo anterior también sucede con las marcas, por eso, para aprovechar la tecnología y que ésta sea un milagro para nosotros, es necesario cuidar la comunicación, evitar los comentarios poco claros y la sobre exposición si no se está seguro de que ésta va a tener una connotación positiva para su imagen, al cien por ciento o más.