Slogan es un vocablo inglés que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE). Puede traducirse como lema, que es el título que precede a ciertas obras, el mote que se pone en los emblemas para hacerlos más comprensibles o la proposición de un discurso.
En español, eslogan es un término que viene de dos palabras gaélicas: “sluagh” y “ghairm”. La primera significa “multitud” y la segunda significa “grito”. Así que, de esta forma, se podría definir el eslogan como un grito de guerra, una llamada a la acción. Se podría decir que es la axiología de la emoción.
Tiene que empezar con un verbo o con un imperativo, ya que estos tiempos verbales otorgan al eslogan dinamismo, movimiento y, además, incitan a la acción.
Es trascendental que se debe tratar de una frase de conversación cotidiana. Aunque no es obligatorio, pero sí recomendable. Con unas cinco palabras será suficiente e ideal.
El eslogan debe describir el giro de la empresa cuando el nombre de la empresa no lo hace. Eso sí, lo que se tiene que intentar es que el nombre no hable acerca del giro de la empresa.
El estratega deberá evita usar metáforas pobres al crearlo. En la historia del marketing en México existen muchas campañas exitosas de slogans: Recuérdame de Gansito Marinela o A qué no puedes comer sólo una, de Sabritas, son los mejores ejemplos.