Michael Porter, el economista y profesor de la Havard Business School, realizó un análisis en 1979. En ese año, sus conclusiones lo llevan a una estrategia que determina la rentabilidad en un sector específico, con el que se calcula el valor y la proyección de empresas o unidades de negocio de ese segmento.
En concreto, estableció cinco leyes, que hoy se conocen como las cinco fuerzas de Porter:
Amenaza de nuevos competidores. Se detectan y analizan a las compañías con el mismo giro o que tienen productos parecidos en el mercado.
Poder de negociación con los proveedores. Da las necesarias a la compañía para desarrollar un trato ideal con los proveedores, que convenga a ambas partes. Este punto si duda continúa vigente.
Poder de negociación con los clientes. Una vez que los clientes están al tanto de todo lo relacionado con los productos y servicios se vuelven más exigentes, por lo que es el momento de implementar medidas en pro de la negociación más conveniente, sobre todo en los sectores de costes fijos elevados.
Amenaza de nuevos productos. En este punto se debe corregir que productos entrantes están tomando mayor relevancia por tener precios más bajos, en la mayoría de los casos, pero también por mejores características.
Un ejemplo de la vigencia de esta fuerza la da Apple con la introducción del iPhone, el producto que robó relevancia a sus competidores por ofrecer novedosas características, en ese momento, derivando en la transformación completa del mercado.
Rivalidad entre competidores. Son las empresas que compiten directamente en una misma industria o sector, ofreciendo el mismo tipo de producto/servicio.
Este punto se puede ejemplificar con rivalidades en la historia como Coca-Cola y Pepsi, dos compañías que continúan implementado estrategias que hacen vigente el punto.
En conclusión, aunque han pasado decenas de años, las fuerzas de Porter siguen vigentes, simplemente se adaptan a las nuevas condiciones del mercado, que han sido producto de factores como el auge digital.