Existe un diálogo en las conversaciones de las redes sociales sobre lo que pasó con la gimnasta Simone Biles que de buenas a primeras decidió abandonar la competencia por equipos por si país en los juegos olímpicos por el exceso de presión mediática y de la opinión pública en las expectativas que tenían por si triunfo. Alegando que ante tanta presión por su victoria, prefería su su salud mental ante un daño emocional.

Simone Biles nació en 1997, apenas tiene 24 años ¿Y no aguanta nada? Otros miembros de generaciones boomers dirían que ellos compitieron sin dormir en las olimpiadas por sus equipos nacionales, sin desayunar y pagando sus propios viajes y viáticos ¿Y hoy estas generaciones de cristal no aguantan la presión de los medios y la opinión pública? Pues sí. Hoy en estos tiempos posmodernos, la realidad es que las nuevas generaciones son mucho más delicadas, pero al mismo tiempos fuertes en otros aspectos. Es una dualidad posmoderna que pertenece a lo nuevo y al proceso de adoración transgeneracional. Simone Biles tiene un pasado con antecedentes de depresión y TDA (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad) y fue medicada con Adderall (Un controvertido medicamento en EE.UU que produce adicción y problemas emocionales si no suspende bien, con estrategia y con ayuda médica). Por esto, lo que vimos en las olimpiadas, al mismo tiempo es un reflejo de lo que somos como sociedad en donde tenemos que estar tomando medicamentos ya con constancia y permanencia para controlar nuestra enfermedades mentales y emocionales. Que son las enfermedades de este siglo. Y que también las nuevas generaciones saben decir NO. Que no quieren algo, Que tienen miedo de pertenecer, con todas sus fuerzas por que al mismo tiempo tienen miedo, mucho miedo. Que valor de saber decir que no. Muchas generaciones anteriores no sabíamos decir que no. Pero quizá teníamos menos miedo o éramos más temerarios.

¿Son generaciones de cristal? Pues sí. Pero al mismo tiempo son cristal templado porque son capaces de muchas otras cosas. Son un cristal moderno. Posmoderno diría yo. Mucho más que moderno. Y es que para adaptarnos a las nuevas generaciones lo que es clave no es es quererse convertirse en ellos o imitarlos de una forma falsa. Simplemente entenderlos y enlazar los códigos de autenticidad.Si losaremos así siempre estaremos en una comunicación con sintonía.