Si alguien te ofrece en la calle un smartphone a un precio muy barato, pero te dice que en realidad fue hecho por niños y personas víctimas de explotación, ¿lo comprarías? Ese fue el experimento de marketing social que realizó una organización noruega que busca que reflexionemos sobre el origen de lo que consumimos.
Un reporte de 2014 investigó a las compañías que hacen smartphones como Apple, Microsoft, Sony, Samsung y Nokia. Sólo la última mencionada pudo probar que paga a todos sus trabajadores un salario que alcanza para vivir dignamente.
El que los fabricantes de los teléfonos, que usan diariamente por millones de personas y que en algunos casos son símbolo de un estilo de vida, sean producidos en malas condiciones para los trabajadores es un tema para la reflexión.
Un experimento social fue realizado por la organización El Futuro está en Nuestras Manos, de Oslo, Noruega. Y consistió en la venta de un teléfono de la marca ficticia FLIP pero los vendedores en la calle mencionaron a los posibles clientes que era barato porque la empresa bajó los costos de producción al reducir los salarios a lo más bajo posible y el empleo de menores de edad en las fábricas.
Las personas que aparecen en el video se niegan a comprar el FLIP, pero el mensaje es importante. Según datos de Statista, en 2012 había en el mundo cinco millones 400 mil niños obligados a trabajar. Los porcentajes más altos de niños trabajadores están en la región del Sub-Sahara en África, Asia y el Pacífico.
El origen de los productos es algo a lo que cada vez más personas prestan atención, especialmente en los alimentos. Pero en el caso de los electrónicos también es común que la gente no tenga remordimientos al comprar piezas que fueron robadas y cuyos antiguos dueños fueron lastimados moral y físicamente.