Uno de los grandes requisitos que deben cumplir las personas cuando entran al mercado de valores, es tener una idea muy clara de cómo cambia el valor de las acciones. Este tipo de conocimientos son cruciales para que puedan modificar su portafolio justo en el momento más adecuado y maximizar sus rendimientos. En este sentido, uno de los conceptos que más ruido generaron en 2021 es el de short selling, una de las actividades más complejas en el sector.
¿Qué es el short selling de acciones?
El concepto es relativamente sencillo. Básicamente, es un recurso que un agente del mercado de valores usa para crear rendimientos cuando cree que las acciones de una marca bajarán de precio en el corto plazo. Esto lo logra pidiendo prestado títulos de propiedad de la compañía en cuestión a alguien más en el mercado. La persona o institución vende inmediatamente el activo. Después, solo espera a que el precio caiga, como lo predijo.
Cuando el valor de las acciones está en un nivel satisfactorio para quien practica el short selling, vuelve a comprar el mismo número de títulos que pidió prestado. Para esto, usa el mismo dinero que obtuvo en la primer venta. Con esta estrategia, el portafolio del que pidió prestado no pierde sus activos, y el agente que realizó las operaciones se puede quedar con la diferencia entre el precio inicial y final. Este mecanismo es de un riesgo alto.
¿Cómo afecta el short-selling al valor de mis acciones?
Cuando una persona o institución posee un activo que pueda ser blanco de esta estrategia, puede estar en riesgo de perder una parte del valor de su portafolio. Aún si los agentes que hacen short selling están equivocados en sus estimaciones, si llegan a vender suficientes acciones, su precio se puede desplomar por simple oferta y demanda. Claro, la estrategia no siempre resulta tal y como los agentes del mercado lo esperan y en ese caso ello pueden perder dinero.
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