Pues de la puertecita tipo buzón contesté. Donde se mete el CD. No la veo y ya busqué por todos lados. Esto preguntaba mientras en la mano sostenía un CD.
¿No está ahi”?, preguntó ella a su vez. ¿No está abajo del control del aire acondicionado?, agregó.
Pues no… no la encuentro.
Nos miramos brevemente. No creyendo la ausencia de una pieza clave en un auto a pesar de que mis ojos lo atestiguaban, rápidamente saqué el Manual del Conductor y abriéndolo en el capítulo de “entretenimiento” caí y caímos en la cuenta…
“Los autos nuevos ya no vienen equipados con tecnología para discos compactos formato CD”. En aquel momento, nos vino un mazazo de iluminación técnico-generacional del tamaño de una Epifanía litúrgica. Para nosotros, una nuevo “telón” caía sobre la obra de la vida según la conoces. Algo familiar se había marchado. ¿Y ahora que hacemos con tanto disco?
Mejor Imposible.
Me vino el recuerdo de aquella película estelarizada por Jack Nicholson: “Mejor Imposible”, especialmente en una escena donde el personaje interpretado por él; ya montados en el auto convertible y a punto de iniciar un viaje largo, con gran gusto muestra a sus compañeros de aventura una serie de discos CD´s conteniendo “Play Lists” cuidadosamente elaborados por él para diferentes trayectos del recorrido. Que moderno se veía aquello y hoy, en los tiempos del “streaming”, que atrasado parece ser.
Controlando lo que oíamos.
La trayectoria que partiera de: “escuchar lo que nos hacían escuchar”, hacia: “escuchar lo que queríamos escuchar”, empezó en el inicio de la década de los 60´s. De niño, me fascine con el paradigmático cambio de tecnología cuando el clásico radio AM en el tablero del auto de mi papá, adoptó los “8 tracks”. El casete en cuestión, era una caja enorme (más grande que un iPhone 7 plus y tan grueso como una caja de cigarros) con una cinta magnética que hacia ruidos raros cada que cambiaba “track” o pieza mismo que era controlado por relucientes botones al frente del aparato. Posteriormente, se fue simplificando hasta volverse estándar en todos los autos llegando a convivir con el CD que, pensamos, “llegaría para quedarse cuando sustituyó al casete”.
Ya nada será igual.
El Streaming se une a una larga larga lista de acciones que hemos incorporado los humanos en nuestra cotidianidad a fin de controlar y gobernar nuestro entorno. La libertad de elección de lo que deseamos ver y escuchar, es tan atesorada como cualquiera de las libertades constitucionales y, no estamos dispuestos a cederla. ¿Qué nos depara el destino tecnológicamente hablando?, ¿hemos acaso de ver películas en cualquier lugar o escuchar música o noticias podcast´s en cualquier otro y desde nuestros teléfonos inteligentes?. ¿Llegarán las fuentes digitales de cualquier emisor comercial vía Internet a elementos móviles o fijos como es el caso de Pandora que se ha apropiado de este segmento en USA?. ¿Dejaremos de adquirir CD´s conformándonos con Spotify, Pandora o Apple Music o, nuestra librería de música en la PC o iMac?. ¿Y qué pasará con las “tiendas de discos” pasara´n a ser tiendas de antigüedades dedicadas al coleccionismo?
Tristeza y anticipación
Una sensación de tristeza y anticipación me abordó en aquel primer viaje de la nueva camioneta. Tristeza por dejar ir un medio querido sin haber sido consultado y, anticipación, por lo que nos depara el destino en un mundo hiper-conectado y fascinante.