Santiago, Chile.- Creo que es la broma más repetida en la red de micro blogging y las razones para invocarla sobran cuando vemos que la libertad de expresión es mal interpretada por algunos usuarios y constantemente se violan todos los códigos de una comunicación efectiva. Cuando eso sucede podemos decir que un “unfollow” inmediato es buena solución para quien no desea leer lo que el tuitero en cuestión quiere gritar a los cuatro vientos. Pero, el problema en realidad no es para el que lee, sino para el que escribe, porque hay cientos, sino miles, de ojos revisando lo que se publica en Twitter.
Es innegable. Cada día nos enteramos de nuevas historias, sobre las consecuencias que trae tuitear sin pensar demasiado. Los casos del funcionario colombiano que fue suspendido de sus labores por diez meses por haber realizado críticas un grupo de periodistas vinculados a su municipio o el pianista turco que fue enviado a prisión por referirse en términos poco ortodoxos al Islam en Twitter, son sólo dos ejemplos recientes de lo que causa el desborde emocional en redes sociales. Sí, porque eso es. Las emociones nos sobrepasan y necesitamos decirle al mundo lo que pensamos. Y ¿dónde tiene más alcance nuestro reclamo? Ya sabes la respuesta.
Ahora, la pregunta que surge a raíz de lo anterior se refiere a dónde está el límite entre la libre expresión o la catarsis, si se quiere, y la ofensa. Y si la entidad o la persona que ha sido tocada por un tuit determinado, se siente realmente ofendida, ¿puede llegar el conflicto hasta la justicia? ¿Será válido como prueba judicial un texto de Twitter, Facebook o cualquier red social? Por lo visto, en algunos países sí. Pero no debiera tener la solidez de otras pruebas.
En Chile, por lo menos, cada vez que alguien se ve increpado por algún comentario que no gusta, en redes sociales, argumenta que le robaron el teléfono o que alguien entró en su computadora y escribió por él o ella.
Por otra parte, al margen del tema legal, hemos comentado hasta el cansancio lo inconveniente que suele ser, dejar aseveraciones de mal gusto en las redes, porque además de perjudicar nuestra propia imagen, nos puede costar hasta el puesto.
Finalmente, creo que es necesario apelar al personal branding. No hay que olvidar que todo lo que la gente conoce de ti, en redes sociales, es lo que tú mismo/a muestras. Las comunidades digitales no son un espacio privado en el cual puedas “ser tú” siempre, sino todo lo contrario y si bien no hay demasiadas normas para regular el comportamiento, existen muchas dictadas por la educación, la lógica y la inteligencia. Tú decides cómo te quieres proyectar. En todo caso, para más seguridad: si bebes, no tuitees.