México, D.F.-. La cantidad de medios de comunicación a los que las audiencias tienen acceso en la actualidad, así como los exhaustivos esfuerzos de las marcas por conseguir causar un impacto en los consumidores, dibujan un entorno de saturación, en donde la cantidad de piezas publicitarias y firmas comerciales que hablan se mantienen en crecimiento.
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Muchos hablan y pocos escuchan
Basta con ver los 71 mil 784 millones de pesos que, de acuerdo con el Departamento de Investigación de Merca2.0, las marcas invirtieron en medios de comunicación durante el año pasado, cifra que se traduce en cerca de 3 mil impactos publicitarios recibidos por las audiencias al día, mismos que al año suman más de un millón, según datos de Zenith Media.
Sin embargo, el 99 por ciento de dichos impactos son indiferentes para los espectadores, situación que habla de lo complicado que resulta ser relevante al target.
En respuesta a este contexto, muchas estrategias de comunicación apuestan por diseñar campañas de shock advertising las cuales, mediante elementos poco convencionales e incluso polémicos, intentan dejar una marca en el consumidor al romper con el esquema de saturación publicitaria.
Causar impacto, difícil tarea
Por tanto, el efecto que este tipo de acciones causa entre las audiencias tiende a generar niveles de recordación y alcance importantes para la marca; sin embargo, ambos índices no siempre hablan de efectividad si considera que la publicidad de alto impacto no siempre es bien recibida por las audiencias.
Como lo menciona Ernesto Alegre, director de mercadotecnia de Segundamano.com, “cualquier estrategia de impacto va a generar awareness, pero en este tema es importante aclarar cómo se logra. Aunque el shock advertising consigue que la gente hable de la marca, si lo hace mal o de forma negativa no representa ningún indicador de valor para la estrategia de comunicación”.
Caer en este problema es sencillo dado que durante el proceso creativo se puede dar mayor peso a la forma en la que se materializará la idea que al mensaje mismo, lo que no sólo hace nulo el valor de la comunicación comercial, sino que también resulta en una ofensa para los consumidores de la marca.
Para Luis Elizalde, VP creativo ejecutivo de Saatchi & Saatchi, “las ideas más distintas son las que ponen a las personas más nerviosas, pero a la larga, las marcas se ven beneficiadas por la comunicación única. Nunca va a existir un problema si el mensaje tiene que ver con los ideales de la marca. Sin embargo, si alguien transgrede esos ideales y rompe la confianza del cliente posteando algo que no va de acuerdo a los valores de la marca y compañía, ahí sí hay un problema”.
*Más detalles sobre el artículo en la edición impresa de mayo 2015
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