Muchas controversias ha generado el nuevo etiquetado de alimentos y bebidas, sobre todo entre los industriales de alimentos y bebidas, quienes han advertido de los gastos en su implementación y de las grandes pérdidas que les ocasionará.
Por el lado de la población en general, estas medidas podrían beneficiar mucho, pues ahora el consumidor podrá saber con mayor facilidad cuáles alimentos son ricos en sodio, azúcares y grasas trans, lo que a su vez ayudará en la decisión final de compra.
En la Ley General de Salud (LGS) se aclara que el etiquetado tendrá que convivir con una nueva advertencia que señalará a los productos que rebasen las normas de consumo de azúcares, grasas o sodio, e incluso, edulcorantes y cafeína, los cuales tendrán la leyenda “evitar en niños”.
Lo anterior afectará, claro está, particularmente a los productores de cereales, sobre todo de maíz, los cuales por lo regular son altamente calóricos y ricos en sodio. Por ello, empresas como Nestlé han pedido al menos tres años para hacer la “transición de inventarios”.
En noviembre de 2019, cabe recordar, se publicaron en el Diario Oficial de la Federación (DOF) cambios en la LGS que estipulan en la NOM 051 un nuevo etiquetado de advertencia para los alimentos y bebidas.
Por lo anterior, se creó una Mesa de Trabajo entre la Secretaría de Economía (SE), la de Salud (SSA) y productores de alimentos y bebidas, que tomarían en consideración los más de 6,000 comentarios emitidos en la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer).
La SSA estima un ahorro de 40,700 millones de pesos (mdp), en un periodo de cinco años, en el presupuesto que el gobierno destina al tratamiento de pacientes con obesidad y sobrepeso. No hay que olvidar que México ocupa el nada honroso primer lugar en obesidad infantil y el segundo en adultos.
Después de la aplicación de la medida, a decir de la SSA, el consumo de productos calóricos disminuirá entre 7 y 25%, como ha pasado en otros países (en una siguiente columna hablaremos del caso chileno).
La misma dependencia estimó que el costo de implementación del nuevo etiquetado -que todavía no tiene fecha para iniciar- para la industria se calcula en 6,000 mdp. Como sabemos, todo cambio genera resistencias y más en un asunto como éste.
La industria de alimentos procesados, mejor conocidos como “alimentos chatarra”, y la de bebidas azucaradas o refrescos, obviamente, no están felices por la entrada en vigor de esta medida. Agrupaciones como ConMexico y productores de botanas y refrescos no se han cansado de alertar sobre los altos costos que les generará su implementación. Este proceso, dicen ellos, ocasionará una menor demanda de insumos, además de menores ingresos y pérdida empleos.
El documento “Estimación de costo-beneficio del etiquetado en México”, elaborado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y que forma parte de los comentarios vertidos en la Conamer, subraya el ahorro de más de 40 mil mdp con la implementación de la regulación y la caída en el consumo de bebidas azucaradas, conservadoramente de entre 7.5 y hasta 25%, lo que ha quitado el sueño a diversos productores de alimentos y bebidas.
Los industriales argumentan que un nuevo etiquetado no resolverá el problema de obesidad y sobrepeso, si éste no se acompaña de acciones adicionales, como campañas educativas, entre otras, ya que no se cuenta con fundamentos científicos para el nuevo esquema que se propone.
Un argumento razonable de los industriales, desde mi punto de vista, es que no hay un trato igual o piso parejo, pues como todos sabemos, 70% de lo que consumen los mexicanos está en el sector informal, a quienes por su naturaleza es prácticamente imposible regular y controlar, lo cual generaría riesgos como incremento en enfermedades gastrointestinales.
En la acera contraria, organismos nacionales como El Poder del Consumidor y muchos más, han celebrado las leyendas de alerta y la propuesta de eliminar estrategias de mercadotecnia como personajes, juguetes y promociones de mayor volumen por menos costo.
Ahora solo falta esperar la fecha en que entrará en vigor la norma, la cual será fatal para los industriales de alimentos procesados y bebidas azucaradas, pero de gran celebración para la mayor parte de la población, sobre todo los niños de este país.