La gente tiende a creer lo que quiere creer. ¿Qué ocurre cuando se agudiza el conflicto entre cognición (facultad de un ser vivo para procesar información a partir de la percepción) y emoción? Esta pregunta es recurrente en las conferencias de Manuel Castells en los temas de Comunicación y Poder; es una pregunta pertinente porque los estudios al respecto muestran que las predisposiciones y valores influyen más en la formación de la opinión que la realidad misma en el ámbito político.
Cuando el ciudadano expresa su punto de vista sobre algún sector en específico o de comunicación con un nivel de interés alto, las limitaciones cognitivas (procesos mentales como la percepción y la memoria) importan, pero sus efectos son triviales.
Cuando lo que está en juego es importante, reitero, la población prefiere lo que Stephen Colbert llama “Corazonadas a la Verdad”, concepto que tropicalizado en nuestro entorno bien podría llamarse “melatismo” (disciplina científica que consiste en afirmar “lo que me late”). El objetivo de este proceso es esperar con fe que “lo que me late” se haga realidad.
Se han hecho algunos experimentos que han concluido que las personas muestran una tendencia generalizada a apegarse a su análisis de los hechos cuando se enfrentan a información que contradice sus opiniones.
Hagamos un ejercicio, ¿cuántas veces no ha escuchado usted, amable lector, algo como esto?: “Me late que va a llover”, “Me late que ahora sí encontraré trabajo”, “Me late que este gobernante sí nos llevará a mejores niveles de desarrollo”. Y así por el estilo. Todos estos deseos son “melatismos” cargados de esperanza, más que de razones.
Un factor determinante para bosquejar la manera en que los individuos procesan la información es la motivación, dado que un grupo poblacional sin este ingrediente no podría expresar mejor sus ideas. Lo anterior nos deja una tarea a los comunicadores institucionales: los segmentos a los que dirigimos nuestros mensajes deben estar satisfechos, receptivos y motivados, so pena de cargar con sus rechazos.
¿Tiene cabida en los modelos de comunicación el elemento llamado “melatismo”?
Si bien expresar un deseo esperando que se convierta en realidad es válido, es oportuno compartir con los diferentes niveles de gobierno aquí y en el mundo, así como con sus comunicadores institucionales, que al momento de difundir sus obras y posicionamientos deben alejarse de la práctica del “framing” (enmarcados de la mente), retratando solo algunos aspectos de un tema determinado y no mostrando el cuadro completo, so pena de dañar sus “melatismos” basados en la esperanza.
Revisemos este ejemplo del proceso electoral en Estados Unidos para el 2020. Donald Trump arrancó el martes su campaña de reelección en Florida y manejó varios temas que no dejan de ser un “enmarcado” para su electorado, temas que ellos quieren escuchar y que para Trump resulta muy rentable hablar así. Tomo el tema de la migración: “Las leyes migratorias son una vergüenza (…) los ilegales cortan los sueños de los estadounidenses y por eso, pandilleros como la Mara Salvatrucha, se les está regresando sus países. Queremos que las personas lleguen a nuestro país con base en el mérito”, dijo entre aplausos. Resultado de su discurso: “framings” que provocan esperanzas y “melatismos” sobre una vida en Estados Unidos más segura.
¿Qué tenemos ?
Los “melatismos” están cargados de esperanza; la esperanza nos permite escalar montañas; evitemos en consecuencia fabricar “framings” que contienen solo una parte de la realidad.
Nos encontraremos más adelante.