Fui a un supermercado y por primera vez en más de un año y medio no me tomaron la temperatura, ni me ofrecieron gel antibacterial. Es un hecho, tras el anuncio del nuevo semáforo verde en la Ciudad de México, ahora sí vamos rumbo a la “normalidad”.
Seguramente en muchos sectores ejecutivos la operación ya se había adaptado al home office, a la comunicación a través de WhatsApp y las juntas (con todo y ladrido de perros) en Meet; los ejecutivos y directivos demostraron que es posible mantener el funcionamiento de una empresa y aveces nisiquiera conocer personalmente a tus compañeros.
Sin embargo, así como la pandemia nos movió el mundo, la vacunación -que ya alcanza 40 por ciento del total de la población en todo el país- y las medidas sanitarias, hoy nos permiten regresar a nuevos modelos de trabajo, hasta ahora desconocidos.
Pero, ¿estamos preparados?, de acuerdo con la Agencia de Marketing y Comunicación, Peppercom y el Instituto para las Relaciones Públicas de Estados Unidos (IPR), la respuesta es no.
Según un estudio realizado por ambos entes, la mayoría de los negocios que planean la vuelta a las oficinas en el corto plazo no han realizado una planificación y sólo 10 por ciento de los directivos en el sector de la comunicación han realizado planes para volver a las operaciones normales.
Del total de las empresas encuestadas 27 por ciento aseguran que realizarán un regreso escalonado, en contraparte, 12 por ciento planean regresar a la oficina en un solo paso, pues consideran impactos físicos y sicológicos para los colaboradores.
Es cierto, no estamos preparados. Aunque podría parecer algo sencillo, el regreso a las operaciones tradicionales impactará a las compañías ya de por sí afectadas por la pandemia, de tener en mente regresar deberán considerar adecuaciones a sus instalaciones para ofrecer un ambiente seguro, además de la re contratación de espacios y de personal.
La Organización Internacional del Trabajo recomienda, entre otras medidas, establecer un equipo bipartito, decidir quién regresa al trabajo y cómo, adoptar medidas de limpieza y desinfección (el virus no se ha ido), establecer políticas y procedimientos sobre el número de personas trabajadoras y visitantes en el lugar de trabajo y en la medida de lo posible, planificar la reapertura en fases desde un nivel mínimo de operaciones a un nivel normal.
Definitivamente nada será igual y tanto los directivos como los colaboradores tendrán que poner de su parte para que el retorno sea terso.
Por otro lado, aquellos que decidan permanecer como hasta ahora, demostrarán que de la mano de la tecnología es posible mantener una empresa de pie aún sin una oficina física pero eso sí, con mucho ánimo.