La llegada de la nueva aplicación de mensajería de Google ha generado cierta polémica entre los expertos por no ofrecer la totalidad de los requisitos de seguridad que debería incluir una aplicación de este tipo.
Destacan entre sus puntos débiles la falta de encriptación de extremo a extremo por defecto y el almacenamiento de los chats de los usuarios. En este sentido, desde Securizze, destacan los principales problemas generados por este tipo de carencias de seguridad en estos servicios y afirman que “la privacidad de los usuarios debe ser la base sobre la que se desarrollan las aplicaciones de mensajería instantánea, comprometer la seguridad no justifica ningún avance para los usuarios”.
- El cifrado de los mensajes: permite que las comunicaciones estén encriptadas para hacerlas ilegibles. Esta carencia pone en riesgo el contenido de los mensajes que se envían, por lo que las empresas que ofrecen estos servicios podrían leer el contenido de las conversaciones, lo que vulnera completamente la privacidad de los usuarios.
En lo que respecta a esta nueva app, el cifrado de sus mensajes es una opción solo si se utiliza el modo incógnito, lo que de es fuente de desconfianza para numerosos usuarios.
Jose Antonio Ibáñez, CEO de Securizze asegura que “un código de encriptación que permita que solo emisor y receptor puedan leer el mensaje enviado es la única forma de que la protección sea completamente segura y convierta las conversaciones online en una modalidad de comunicación solo comparable con una reunión privada”.
- Almacenamiento de los chats: el mismo problema tiene esta nueva aplicación con el almacenamiento de los mensajes enviados. Lo más seguro para los usuarios es que los servicios de mensajería instantáneos no guarden los mensajes de los clientes, mantener la información en sus servidores puede generar brechas de seguridad, pero sobre todo, permite que la empresa pueda leer los contenidos. Este fallo de seguridad da vía libre a la compañía que gestiona estos servicios para utilizar la información de nuestras charlas.
“Nuestras conversaciones online tienen mucha información sobre nuestra vida privada pero también sobre nuestros datos personales, tendencias en consumo, movimientos, rutas, gastos… Toda esa información es un filón para las empresas, que pueden utilizarlas a su favor sin ningún beneficio para el usuario”, concluye Ibáñez.