Este día se dio a conocer que la producción mundial de vino en 2016 fue de 259 millones de hectolitros, lo que representa una reducción de 5 por ciento respecto a lo producido en 2015, uno de los niveles más bajos en los últimos 20 años.
La Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), fue la encargada de dar tales cifras, mismas que fueron producto principalmente por condiciones climáticas adversas que afectaron los rendimientos en Europa y Sudamérica, según explicó el organismo.
Así, detalló que los principales mercados afectados fueron: Francia con una reducción del 12 por ciento, Chile 21 por ciento y Sudáfrica con 19 por ciento, mientras que Italia y Estados Unidos perdieron 2 por ciento, respectivamente. Sólo España (de los principales productores) registró un crecimiento, pero fue de apenas uno por ciento.
La caída de la producción de vino a nivel mundial puede tener impactos directos al consumidor. Esto debido a que ante un menor stock, el producto podría encarecerse o, como alternativa, obligar a que las marcas absorban ese costo, impactando naturalmente a sus ingresos.
Esta situación se presenta en un contexto en el que las marcas buscan fortalecer sus marcas e incluso aparecen nuevas que apuestan por la innovación para ganarse un lugar en el mercado. Ejemplo de ello es la marca Gik, que lanzó un vino azul, o la alianza de a marca italiana Torti Winery con Sanrio para crear una línea de vinos de Hello Kitty.
Cabe destacar que estimaciones de la OIV, en 2015 se consumieron alrededor de 240 millones de hectolitros de vino. Mientras que el Vaticano es el país o Estado en el que más se consume esta bebida con 54 mil litros al año, seguido de Andorra con 46.2 mil litros, y Croacia con 44.2 mil litros. Países tradicionalmente consumidores como Francia y Portugal están más abajo con poco más de 41 mil litros.