Y de pronto, la palabra wellness (bienestar) invadió el mundo de los negocios y se convirtió en un concepto de moda. Hoy tenemos múltiples negocios y servicios que ostentan el wellness como apellido: hoteles, spas, restaurantes, gimnasios, diseño de interiores e incluso edificios completos.
Wellness como concepto empezó a usarse alrededor de 1950 por Halbert L. Dunn, quien se considera “padre del movimiento” entendiendo que el bienestar humano tenía que ir más allá de lo que hasta ese momento se englobaba en el ámbito de la salud. Fue en los años 70 cuando se popularizó y desde entonces ha ido escalando nuevas dimensiones.
El término ha ido evolucionando, hasta encontrar un concepto modernista que lo concibe como la dinámica y estilo de vida mediante la cual el potencial humano es llevado a su máximo en las esferas de lo físico, lo mental y lo espiritual.
El wellness por supuesto que entró a las oficinas. Y tiene mucho sentido que el ambiente de trabajo sea un lugar donde los empleados puedan sentirse cómodos, valorados y cuidados. Después de todo, si el trabajo solo es estresante y exigente, esto puede conducir a problemas, tanto mentales como físicos, que resultan negativos para los empleados y sus medios de vida. Pero también serán perjudiciales para las organizaciones para las que trabajan.
De acuerdo a los Centers of Disease Control (CDC), los programas de wellness en el centro de trabajo, son “un conjunto coordinado e integral de estrategias de promoción y protección de la salud que incluye programas, políticas, beneficios, apoyos ambientales y vínculos con la comunidad circundante diseñados para fomentar la salud y la seguridad de todos los empleados”.
Este año, el bienestar de los empleados ha sido puesto a prueba. Los eventos del 2020 han aumentado el estrés en el lugar de trabajo a niveles sin precedentes. La fuerza laboral ha tenido que adaptarse a los riesgos para la salud en el trabajo y a los efectos aislantes del trabajo a distancia. Esto ha provocado, que Incluso los empleadores que priorizaron el wellness desde antes de la pandemia, hayan fortalecido y reorientado ese compromiso.
Las organizaciones han creado nuevos programas para ayudar a su gente a lidiar con los desafíos relacionados con la pandemia. Estos programas abarcan toda la gama acostumbrada, pero han enfatizado temas como horarios flexibles, beneficios de asistencia, recursos de salud mental, reconocimiento de los empleados y mayor apoyo para el entorno de trabajo virtual.
El equilibrio entre el trabajo y la vida personal y el bienestar financiero son el enfoque principal ahora, al igual que la salud mental, la diversidad y la inclusión. Pero algo que quizás resultó más relevante a raíz de la pandemia, es la flexibilidad en el lugar de trabajo. Los empleados necesitan el tiempo y el espacio para cuidar de sí mismos y de sus familias; no solo necesitan horario flexible, sino también en la carga de trabajo.
De acuerdo a estudios, las áreas en las que los empleados se han visto más afectados por las crisis de COVID-19 son el bienestar financiero y la salud mental. El estudio anual de tendencias de beneficios para empleados de MetLife, mostró que el 52% de los empleados están más preocupados por la salud financiera. Esto está por encima de todos los demás aspectos del bienestar y se puede atribuir en gran medida al impacto en la economía y en el mercado laboral. La repercusión que tienen las finanzas en la situación personal de un empleado puede generar otras repercusiones en su bienestar.
El documento reveló una correlación significativa entre el bienestar integral y el nivel de compromiso, así como los sentimientos de éxito, aprecio, productividad y respeto. Además, que aquellos empleados que no se sienten agotados y estresados en el trabajo tienen casi el doble de probabilidades de estar comprometidos que quienes se sienten agotados. Estos datos refuerzan la importancia de que las organizaciones desarrollen o continúen su enfoque en el bienestar integral de los empleados, dadas las consecuencias que ello puede tener en su fuerza laboral.