Internacional. Nos queda claro que Steve Jobs pasó a la posteridad como un auténtico gurú de la tecnología y la revolución digital en el planeta. Sus demostraciones públicas a finales de los noventa (incluso con un toque de magia, como cuando demostró el poder de la tecnología WiFi con un hula-hula) quedaron marcadas en la memoria de los consumidores no sólo por los diseños de productos, sino por el carisma del entonces CEO.
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Sin embargo, el cofundador de la empresa Apple tenía una presencia muy marcada al interior de las instalaciones de Cupertino, en donde las historias sobre las altas exigencias del directivo permanecieron hasta después de su muerte.
De acuerdo con las declaraciones de David Black -exempleado de la compañía internacional- publicadas por Business Insider, todos los empleados sabían que estar cerca de Jobs significaba estar preparado para ser cuestionado sobre el rendimiento laboral y someterse a pruebas en ese mismo instante.
Black, quien en declaraciones para el portal aseguró haber trabajado para la empresa de la manzana por casi 12 años en áreas de ingeniería y consultoría, indicó que la presencia del mítico CEO transformaba de forma significativa el comportamiento de los empleados.
“Nadie quería sentarse junto a él”, compartió el exempleado, haciendo referencia a que 15 o 20 minutos antes de la hora en la que Steve Jobs tomaba sus alimentos en el patio principal, todos despejaban el área: “debías estar preparado para ese momento”.
Y esto -de acuerdo con Black- se debía a que una de las primeras preguntas que hacía Jobs era, ¿en qué estás trabajando hoy?
Comentó: “En una ocasión un agente de ventas subió al ascensor junto a Jobs a la hora de la salida. Entonces le preguntó qué había hecho durante el día y el agente respondió que había vendido software durante toda la jornada”
Sin embargo no todos libraban tan fácil los obstáculos: “En otra ocasión ocurrió lo mismo en el elevador pero con un interno. El joven respondió que estaba haciendo QA (garantía de calidad ) para los producto, pero Jobs le dijo ‘y qué haces yendo hacia abajo, deberías subir a seguir tu trabajo”.
El muchacho -quien de acuerdo con la historia se puso pálido- escuchó entonces de la boca del CEO: “Hey, era una broma”.